Admirador secreto

Capítulo 3

Admirador secreto

“Lo siento nena, tenía que venir a trabajar y no quise despertarte, hay comida en el refri, toma lo que quieras, llego más tarde. Besos.”

Después de leer el mensaje de Sara se dio cuenta de que había uno más, que había llegado antes de despertarse, era de Ismael.

-¿Ismael? Eso no es posible- susurro Andrea.

Rápidamente toco el mensaje para abrirlo.

“Andrea, la verdad no tuve el valor de decírtelo a la cara. Pero conocí a alguien más y los últimos meses contigo han sido un infierno. Ya no te amo. Disculpa la cobardía pero por favor no me llames y no intentes buscarme nunca. Déjame ser feliz.”

-¿Queeeeeeeeee?- soltó Andrea involuntariamente sin entender lo que pasaba y peor aún sin saber que pensar.

Se debatía internamente que era lo que estaba ocurriendo, no lograba averiguar que andaba mal. Estaba segura de lo que había visto, pero la policía y el mensaje indicaban lo contrario. Se sentía mareada y se sentó, entonces pensó de manera breve en lo que sabía, estaba convencida de haber visto la cabeza de Ismael, sin embargo no había logrado comunicarse con él, el día anterior.

Además tampoco había visto que nadie la estuviera siguiendo o vigilando.  Pensó y pensó hasta que la cabeza le comenzó a doler. Una duda había nacido en ella.

Decidió salir a caminar, agarro algo de su maleta, se quitó la pijama y se puso algo de su ropa, necesitaba aire fresco, tomo el juego de llaves junto a la puerta antes de salir, la soledad y la duda que se aferraba a ella empezaban a hacer mella, unas cuadras adelante encontró una cafetería y decidió entrar, pidió un latte y se sentó en una esquina.

Llevaba un rato perdida en sus pensamientos, clientes entraban y salían, pero ella estaba ahí, inmóvil cual esfinge. El café se había enfriado ya cuando fue interrumpida por la mesera del lugar, quien llevaba otra taza de latte.

-Yo no pedí nada –le dijo Andrea algo confusa por la situación.

-Disculpe señorita, pero es de parte del caballero de allí- la camarera señalo una mesa vacía y se quedó extrañada. –Parece ser que ya se fue. Pero me la había pagado por adelantado así que no se preocupe –añadió la trabajadora con una sonrisa amigable.

Andrea se limitó a dar las gracias.

Luego de dar unos sorbos a su café que se había enfriado, salió de allí sin haber tocado la segunda taza que le llevaron, caminó de regreso a la casa de Sara, mientras volvía repaso sus pensamientos, pero en particular lo sucedido en el café ¿Era algo por lo que debía preocuparse? ¿Una señal de que estaba siendo vigilada? ¿O solo se estaba sugestionando por lo ocurrido ayer?

Abrió el zaguán de la casa, Sara aún no había regresado, estaba segura de que aun debía tardar pues le había dejado comida, aunque no tenía hambre en absoluto. Pensó en llamarla, pero no quería interrumpir su trabajo, pero a lo mejor un mensaje se lo contestaría en cuanto tuviera tiempo.

Saco el celular y después de dibujar el patrón de desbloqueo, se quedó mirando el fondo de pantalla, una foto de ella e Ismael abrazados frente al palacio de bellas artes, su primera salida siendo ya novios y un recuerdo que guardaba como un tesoro, esa tarde lluviosa había sido uno de los momentos más felices de su vida. Independientemente de lo que dijera el mensaje de esa mañana, debía asegurarse que estuviera bien, así que intento llamarlo, esta vez el teléfono hizo el ruido clásico cuando entra una llamada, un “beeep” cada ciertos segundos, pero nadie contesto. En total lo intento tres veces, todas igual de infructuosas.

Había recibido un mensaje de su novio, su celular sonaba pero no contestaban a sus llamadas ¿sería posible que su imaginación le hubiera jugado una mala pasada? ¿Qué todo lo ocurrido en su casa fuera solo parte de una pesadilla? No sabía que debía pensar.

Una llamada entrante interrumpió sus cavilaciones. Miro la pantalla, “Rebe” se leía en ella, entonces contesto.

-Hola Rebe.

-Hola hija ¿Qué paso entre Ismael y tú? –preguntaba con voz incrédula.

-No sé a qué se refiere –contesto Andrea para no decir algo de lo que no estuviera segura.

-Me llego un mensaje hace un rato de Isma diciendo que se iba a cambiar de casa, que había había conocido a alguien más, que no me preocupara por él y sobre todo que no lo buscáramos –entonces se le quebró la voz a la señora.

-No lo sé Rebe, a mí también me llego uno, pero él  y yo estábamos bien, todo esto empezó ayer, cuando me llamo en la mañana.

-Le he intentado llamar varias veces pero no me contesta el teléfono y no sé qué hacer –le dijo Rebeca entre lágrimas.

-Yo también lo intente, inclusive llame a la policía pero no quisieron hacer nada.

-Disculpa que te haya molestado hija –fue lo último que dijo antes de colgar.

Andrea se quedó parada ahí, con el celular pegado a la oreja preguntándose si seguía dormida y todo era parte de la misma pesadilla. Tardo algún tiempo en reaccionar, camino a la mesa del comedor, donde arrastro una silla para poder sentarse.

Algunas horas más tarde llego Sara, encontró a su amiga sentada a la mesa aun, sin hacer nada, estaba pálida.

-¿Nena? ¿Qué tienes?

Andrea giro la cabeza para poder verla.

-¿Estas bien? –pregunto Sara.

-No lo sé –atino a contestar Andrea.

Su amiga camino a la mesa, tomo una silla y se sentó a su lado.

-Cuéntame ¿Qué paso?

 Andrea le platico la llamada que había recibido de la policía y de la mama de Ismael.

-Lo que paso en tu casa ¿crees que lo pudiste imaginar? –le pregunto Sara.

-Ya no estoy segura.

-Bueno, no te preocupes, puedes quedarte el tiempo que quieras aquí. Además mañana es domingo y tiene rato que no salimos, podemos ir a dar una vuelta juntas.

Sara le cambio el tema para tratar de que su amiga se distrajera de los problemas por los que estaba pasando, vieron una película juntas y fueron a dormir.

Al día siguiente salieron a dar una vuelta, como Sara había propuesto, pero cuando cayó la tarde, Andrea le dio las gracias a Sara y le dijo que volvería a su casa ese mismo día. Tenía que ir a trabajar a otro día y desplazarse desde ese lugar iba a ser problemático.

Sara trato de convencerla para que se quedara unos días más, asegurarse de que iba a estar bien pero Andrea se negó “ya te he causado suficientes problemas” le aseguró.

Pararon algunas semanas desde aquel día, Andrea había vuelto a su vida normal. Termino por convencerse de que todo lo ocurrido solo fue parte de su imaginación, una de las razones fue que rebeca había insistió a la policía de que revisaran el departamento de su hijo, hasta que por tantas peticiones y más por deshacerse de ella que por que realmente les interesara fueron al sitio.

Hablaron con el dueño del lugar, quien no sabía nada acerca de la supuesta mudanza, el departamento se rentaba amoblado y aun no llegaba el día de pago, por ello no había tenido la necesidad de comunicarse con su inquilino. Aun así subieron al departamento y abrió la puerta para que el policía pudiera inspeccionar, todo indicaba que, quien habitaba ese lugar lo abandono rápidamente, no había ropa, fotos ni nada que no perteneciera al dueño a excepción de algunos trastes como el mismo arrendador aseguro.

Estos hechos le dieron a Andrea cierta seguridad de que todo había sido una fantasía horrenda que tuvo por estrés o al menos eso se decía así misma. De manera que en la medida de lo posible trato de olvidarse de que su novio la cambio por otra mujer y trato de continuar con su vida a pesar de la tristeza que ese pensamiento le causaba.

Llego el sábado, Andrea durmió hasta tarde, últimamente no sentía ganas de hacer nada, se sentía deprimida, cuando por fin se convenció de levantarse de la cama, bajo a la cocina y se preparó un unos huevos para el desayuno. Los sirvió en un plato y fue al sillón en la sala para ver la televisión mientras comía.

Paso gran parte del día allí, esperando algo, sin saber muy bien el que. Le dieron las cuatro de la tarde sentada en la sala, fue entonces que recordó que no había nada en el refrigerador para preparar de comer. Luego de debatirse un rato se decidió ir al súper mercado para comprar algunas cosas.

Se tardó algunas horas para ir y regresar, abrió la cajuela del auto y saco varias bolsas de plástico. Las introdujo a su casa y cerró la puerta con llave, saco las compras en la cocina y acomodo los productos. Preparo algo rápidamente para comer y volvió a su lugar en la sala, paso un buen rato eligiendo una película en Netflix, hasta que encontró algo que llamara su atención.

Termino de comer, pero tenía antojo de algo más, así que fue a la cocina otra vez y saco unas palomitas que había comprado, las metió al horno de micro ondas, esperó el tiempo que marcaba el electrodoméstico para poder tomar la chuchería, las vacío en un traste y les puso chile piquín. Se quedó un momento pensando y abrió el frigorífico, saco una cerveza y viendo que estaba todo listo, todo las cosas y las llevo a la sala para terminar de ver su película.

La película estaba por acabar, su teléfono que había pasado la mayor parte del día en la mesita de centro que se ubicaba en su sala, vibro unos instantes.  Ella no había mantenido mucha comunicación con el aparato últimamente a menos que fuera para el trabajo y en fin de semana no le llamaban nunca. Le pareció curioso, tomo el celular y antes de desbloquearlo le apareció la notificación de un whats app de un número desconocido. Hizo un breve repaso mental pero no pudo reconocer el número de manera que abrió el mensaje.

-Buenas tardes –decía el mensaje.

No aparecía ninguna foto que revelara a quien pertenecía el mensaje, así que decidió ignorarlo.

No tardó mucho en llegar un nuevo mensaje.

-¿No quieres hablar conmigo?

Algo frustrada decidió responder.

-¿Quién eres?

-Alguien que te quiere mucho –le contesto.

-Mira, déjate de idioteces y dime quien eres o te voy a bloquear.

-Está bien, tranquila. Soy tu admirador secreto.

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