CAPÍTULO 5. DIVIRTIÉNDOSE COMO NIÑOS

En ese momento uno de los teléfono de Pir  sonó, él lo atendió de inmediato, pero antes de alejarse, Alondra se levantó de donde estaba sentada y en sus bruscos movimiento empujó a Pir, quien se quedó desconcertado por su actitud y más aún cuando sin razón aparente comenzó a correr como loca por la playa; Alondra sentía que las lágrimas corrían por sus mejillas, mientras repetía como una mantra en voz alta —No puede ser él, no puede ser, la vida no puede ser tan cruel. ¡Dios mío por favor! Que ese chico no haya sido Cristiano.

Luego de un momento Pir la alcanzó, la volteó hacía él, abrazándola—¿Qué paso cielo? ¿Por qué saliste así?

—Lo siento—espetó llorando—, lo que me contaste me hizo recordar a alguien.

—Si ¿A quién? —preguntó con curiosidad.

—No te preocupes, creo que ando más sensible que de costumbre, tal vez sean mis hormonas, no sé —luego se tapó la boca avergonzada—, ¡Qué loca soy! — Expresó apenada— . Olvídate de todo lo que has escuchado.

—Solo con una condición—respondió Pir.

—¿Cuál? —preguntó ella.

—Amanezcamos—pronunció Pir —Vamos a amanecer durmiendo en la playa, quiero estar muy cerca de ti, ver el alba reflejado en tus ojos y tu cabello, como la más hermosa de las criaturas.

—Lo siento mucho Pir, pero hoy me siento indispuesta, me ha dado un dolor de cabeza, por favor llévame a mi casa —manifestó con el rostro desencajado.

—Está bien bonita, nunca haremos nada si tú no quieres. Si es tú deseo ir a casa, para allá iremos —expresó mientras la tomaba de las manos y caminaban a donde estaba el vehículo.

Por el camino Alondra iba preocupada, se sentía muy triste por lo que Pir le había comentado, si su amigo era el mismo Cristiano, sería una gran desgracia.

Pir volteó la mirada hacia ella y la vio mortificada, su expresión transformaba su hermoso rostro, no le gustaba verla así de triste. Decidido aparcó a la orilla de la carretera, ella lo miró sorprendida, cuando el rodó su asiento hacía atrás y el de ella, la tomó de la mano y la sentó en su regazo —¿Qué te sucede bonita? ¿Hice algo que no te gustó? Si es así discúlpame, nunca ha sido mi intención incomodarte.

Alondra colocó sus manos en cada una de sus mejillas, mientras pronunciaba —Claro que no Pir, no has hecho nada, es simplemente que no me siento bien, entonces por ahora no soy buena compañía, mi dolor de cabeza es demasiado intenso.

Pir  le giró el rostro y llevó sus manos a la cabeza de Alondra, comenzó a darle un masaje craneal, colocó las yemas de sus dedos en el cuero cabelludo y le dio masajes con suaves movimientos, luego ejerció pequeñas presiones sobre la cara y en las zonas temporales de la cabeza. Alondra sentía una agradable sensación, de su boca salieron pequeños gemidos de satisfacción, este hombre tenía unas manos maravillosas, con cada fricción de sus manos en su rostro, cráneo, la sensación de bienestar iba en aumento, por varios minutos se dedicó con mucha concentración  a reducir su tensión, luego bajó por su cuello, hasta sus hombros, pero enseguida la excitación se apoderó de ella y de Pir, Alondra sintió en sus glúteos el roce del producto de la excitación de él, su miembro erguido buscaba liberarse de su prisión, ella miró su rostro y pudo ver sus ojos velados por el deseo.

Deseaba con todo su cuerpo entregarse a esas sensaciones, pero la mesura la obligaba a comportarse y no seguir haciendo las cosas mal, si  estaba decidida a cambiar debía trabajar para hacer las cosas de mejor manera, estaba en esos pensamientos, cuando él dirigió sus manos a sus senos y comenzó a masajearlos colocando sus dedos pulgares a la altura de sus pezones y luego empezó a hacer pequeños círculos, estaba tan excitada que sentía que todas sus terminaciones nerviosas se encontraban activadas, sintió henchirse su vulva y sonoros jadeos empezaron a salir de su boca.

Pir asaltó su boca y comenzó a succionarla con desbordante pasión, ella se sentía que estaba en el punto de no retorno, con el último resquicio de cordura expresó con voz ronca —Por favor Pir—su mente tenía una fuerte lucha, por una parte su cuerpo quería entregarse completamente a esa maravillosas sensaciones que la tenían a poco de llevarla al punto más álgido del éxtasis, pero su conciencia le gritaba que se detuviera, que nunca se respetaría así misma si caía con Pir ante la primera cita —. Buenmozo ¡para! No creo sea el momento, para por favor —concluyó con angustia.

Él de inmediato paró, ella pensó que se molestaría, pero al observarlo solo vio su rostro mirándola con intensidad y un poco acalorado producto de la excitación —. Lo siento Pir. Pero es que necesito tiempo.

—Bonita, te doy todo el tiempo que necesites. No quiero presionarte, solo puedo decirte que esto que está surgiendo entre nosotros es importante para mí ¿Me aceptarías una invitación para pasar el día de mañana? Sé que es tu día libre, yo también lo tomaré ¿Qué te parece?

—¿Dónde iremos?  —dijo dubitativa.

—Pues mañana volverás a ser una niña, te encantará lo que haremos. Será una sorpresa —le dijo sonriendo.

—Está bien, iré contigo —respondió feliz.

La sentó en su asiento y retomaron el camino a la casa de Alondra, bajó de la camioneta, le abrió la puerta para que ella saliera, le dio un profundo beso en su boca.

—Descansa, mañana vengo por ti temprano —le informó.

—Tú también. Hasta mañana —Ella caminó hasta su habitación con una sonrisa, llegó y se arrojó a la cama, sentía su corazón latiendo apresuradamente, sus manos sudaban y de solo pensar en él se emocionaba.

—Estoy enamorada. Todo esto es el verdadero el amor. Es tan bonito, quisiera estar todo el día con Pir, que me bese, me abrace, me acaricie —se levantó, se desnudó y se fue al baño, se imaginó que la recorría con la mirada, que la tocaba, comenzó a sentir los primeros indicios de su excitación, para calmar su deseo por él, comenzó a tocar sus senos de la misma forma que él lo había hecho, bajó una de sus manos y la llevó al centro de su feminidad, donde fue introduciendo cada uno de sus dedos en su interior, cerró sus ojos y tocó sus pliegues imaginándose que eran sus manos la que la recorrían y así se fue dando placer hasta explotar en un maravilloso orgasmo pronunciando el nombre de él, en el proceso—Oh Pir ¡Por Dios! —se miró al espejo y le devolvió como reflejo una chica acalorada con indicios del placer que se había suscitado. Pero su satisfacción no duro por mucho tiempo, no dejaba de pensar en él, necesitaba estar con Pir, porque su ser ocupaba totalmente sus pensamientos.

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Pir  luego de dejar a Alondra, se montó en su vehículo y arrancó con camino a su departamento, dónde sus pensamientos giraban solo entorno a esa chica ojos ambarinos  verdosos —Me gusta demasiado ¿Me habré enamorado? ¡No es posible! —exclamó incrédulo. Al llegar a su casa se desnudó y se acostó, no quería bañarse porque no quería perder el sabor ni el olor de su chica, pero no podía dormir pensando en ella, aparte de su gran erección que lo tenía inquieto, se levantó se fue al baño y en su honor se dio el más dulce placer.

Al salir, no pudo evitar tomar el teléfono y marcarle, al primer repique Alondra le respondió —Hola.

—Bonita, no dejo de pensar en ti —confesó mientras sentía en su pecho su corazón acelerado.

—Yo tampoco—respondió ella con timidez.

—Nunca me había vuelto idiota por ninguna chica, solo contigo —pronunció de golpe.

—Ni yo tampoco por ningún chico —fue la respuesta de Alondra.

Así siguieron conversando, riéndose, compartiendo sueños y pensamientos por largo rato, cuando se percataron habían trascurrido casi tres horas, ya el reloj marcaba más de las dos de la mañana. Se sorprendieron de que el tiempo hubiese pasado sin que ninguno de los dos se hubiese dado cuenta, enseguida se despidieron, se acostaron y esta vez el sueño si llegó, solo que antes de hacerse la cinco de la mañana Alondra se despertó con la misma pesadilla que la perseguía todas las noches, causándole tan mal sabor de boca.

Después de la pesadilla se levantó se bañó, se vistió y aunque Pir pasaría a recogerla a las nueve de la mañana, a las seis y media estaba lista. Salió de su habitación, decidió caminar hasta llegar a un pequeño restaurante, mientras estaba esperando que le sirvieran el pedido, sonó su celular y era Pir.

—Hola bonita, ¿Pudiste descansar? —preguntó con un atisbo de preocupación.

—Hola buenmozo, dormí un par de horas, luego me desperté con una pesadilla —respondió con un suspiro.

—¿Dé que trataba? —interrogó curioso.

—Siempre sueño que tres hombres que me atacan sexualmente —respondió sin pensarlo, porque en verdad la reiterada escena que vivía todas las noches la inquietaba demasiado, sentía que cada día esa situación la volvía más vulnerable, necesitaba por lo menos decirle a alguien lo que le pasaba aunque creía que no era el indicado.

—Debe haber algo que las provoque, cuando una pesadilla es repetitiva, puede haber trastorno de ansiedad o depresión o trastornos de sueños, es bueno investigar las causas —manifestó con preocupación.

—No sé en verdad porque se generan, pero me causan demasiada angustia —respondió aunque en el fondo sabía que era la conciencia que la incordiaba constantemente.

—¿Dónde estás? —inquirió Pir.

—Estoy desayunando un par de emparedados en un pequeño sitio en el sector Colonna.

—¿Puedo acompañarte? —interrogó esperanzado.

—Estaba loca porque me preguntaras eso. Si ven, te espero. Te pediré lo mismo que ordené yo, para que al llegar puedas comer —afirmó en tono alegre la chica.

—Te confieso que estoy a escasos kilómetros de allí, yo estaba cerca de donde vives. No podía esperar más tiempo para verte. Me da miedo que huyas despavorida de mi y pienses que soy un acosador, pero es que no puedo dejar de pensarte, estás siempre en mi mente bonita, te introdujiste en ellos y no hay forma de sacarte de allí.

Con cada palabra que Pir pronunciaba sentía una euforia y su sonrisa se iba ensanchando, él estaba tan colado de ella, como lo estaba por él, y eso le emocionaba sobre manera, alguien a quien le gustaba sin poses, con su nuevo yo natural, eso la hacía sentir muy feliz, lo había enamorado siendo ella misma auténtica, sin ninguna artimaña. 

Aunque tenía pendiente la mentira de su nombre y la posición de su familia, pensaba decírselo a su momento, de todas maneras consideraba eso no era relevante porque ella por sí mima, carecía de medios de fortuna, y allí no estaba mintiendo, una cosa eran las riquezas de sus padres y otras distinta su condición económica.

Un par de minutos después seguían conversando por teléfono, hasta que al extender la vista él estaba frente a su mesa con una cautivadora sonrisa, cortó la llamada, se le acercó y la besó exigentemente, mientras sentía que la excitación recorría su cuerpo como una maravillosa energía, él la tomó por su cuello acercándola más a él, mientras sus lenguas danzaban acopladas una a otra, se liberaron cuando se dieron cuenta que su control estaba a punto de irse al garete, sus respiraciones agitadas, hacían que sus diafragmas se movieran, entretanto ambos luchaban por llevar oxigeno a sus pulmones. Pir se sentó, para tranquilizarse, ambos se miraban con un desbordante deseo.

El primero en hablar fue Pir —Bonita, no sé cuánto tiempo pueda aguantar sin poder hacerte el amor, eres como el aire que respiro, como la luz al amanecer, la lámpara que alumbra mi anochecer. No puedo dejar de pensarte. Quiero estar contigo siempre y nunca alejarme de ti, me cautivaste y me siento perdido si no estás junto a mí.

—Yo también Pir, te has convertido en una obsesión, tengo miedo de todo lo que está pasando, varias veces  al día me pellizco para comprobar si todo esto es real, es todo tan hermoso, tan nuevo, no puedo aguantar más, necesito estar contigo, fundirnos como uno solo, no dejo de pensar en ti.

Se tomaron de las manos, mientras desnudaban sus sentimientos frente al otro, así permanecieron hasta que les sirvieron la comida. Comenzaron a comer, pero querían mantener sus manos unidas, lo que les dificultaba hacerlo, para simplificar el trabajo, él la alimentaba a ella y viceversa; lo bueno es que su mesa estaba ubicada al fondo, lo que los protegía de las miradas curiosas.

Se alimentaban, se besaban, se acariciaban, luego de una hora se levantaron, caminaron hasta el sitio donde estaba ubicado el auto de Pir, de allí emprendieron el camino hacia el lugar donde la iba a llevar.

Después de un recorrido de aproximadamente un poco menos de treinta minutos llegaron al Parque de atracciones Baby Luna Park, el cual tiene una extensión de doscientos metros cuadrados donde se encuentran diferentes atracciones para niños, adolescentes y adultos. Alondra quería subirse a una de las camas elásticas, Pir se sonreía —Estás loca bonita como vamos a subirnos allí, es solo para niños y adolescentes —ella  hizo un gesto de tristeza en sus ojos que a él lo conmovió, pensando en que estaba perdido con esa mirada, no habría nada que esa hermosa mujer no pudiera conseguir.

Convencido caminó a conversar con el encargado del área para que le permitiera subir con Alondra, el chico accedió de buena gana y al notificarle a ella se puso feliz.

Así caminaron hacia la cama elástica, él la ayudó a subir, ella empezó a saltar mientras se carcajeaba, se veía tan desenfadada no pudo evitar fotografiarla, mientras ella hacía gestos cómicos en su rostro, se veía feliz, le pidió que se subiera y no pudo negarse, ambos comenzaron a divertirse parecían un par de niños, se abrazaron y comenzaron a saltar juntos, cómodamente. Se divirtieron muchísimo, empezaron hacer figuras de letras en el aire, hicieron V y L, giraron sus cuerpo en varias direcciones, sus semblantes relajados, se olvidaron de las preocupaciones y el afán que trae consigo cada día, se divirtieron como nunca, pensando solo en ellos dos y los felices que eran de estar uno junto al otro.

Se entretuvieron hasta que el cansancio les pegó, dejaron de brincar hasta que la cama se estabilizó y saltaron fuera, el primero en hacerlo fue Pir cayendo de pie, luego lo hizo ella y él la atrapó, quedaron tan juntos uno de otro, que no resistieron la tentación de darse un tierno beso, sin embargo, el sentido común acudió a su rescate y se separaron.

Al salir de la cama elástica, se fueron a comprar algo de tomar, conversaron un momento y luego salieron rumbo a la sala de juegos, allí se pararon en el juego de puntería, consistía en derribar un set de diez botellas, con una pistola que usaba de municiones balines de plástico, si derribaban todas, el vencedor tenía la posibilidad de ganarse un premio. 

Alondra se colocó las gafas protectoras y comenzó a disparar, con cada intentó se sentía frustrada, había realizado ocho intentos de diez tiros cada uno y solo le había dado a una sola botella. Su cara ceñuda, demostraba que estaba molesta —Amor quita ese ceño fruncido, te saldrá una línea de expresión, es sólo un juego. Te compro el peluche o el premio que quieras, te regalaré uno de tu tamaño, para que duermas con él.

—No quiero, quiero es ese peluche aguamarina que está allí —manifestó con molestia.

—El peluche que te he ofrecido es muy grande, ese es pequeño —trató de convencerla porque parecía una niña berrinchuda.

—Pero yo quiero es ese —señaló terca.

—Pareces una niña caprichosa empeñada en ese—dijo con una sonrisa —, ven y yo los derribo para que te ganes tu peluche.

—No es capricho, tampoco tiene sentido que lo hagas tú sabes, quería saber que es lograr ganar algo por ti mismo, sin que otros lo hagan por ti —explicó entristecida.

—Ven vamos hacer algo. Hagámoslo entre los dos—propuso Pir.

—¿Y tú sabes algo de tiro al blanco? —expresó dubitativa.

—No sé, tal vez pueda hacerlo mejor que tú —expuso, rodeándola con sus brazos y sosteniendo junto con ella el arma, mientras le daba indicaciones —. Cuando realizas el disparo debes retener la respiración por unos segundos, eso hace la diferencia entre un disparo certero o errar el tiro, sobre todo si es a mediana o larga distancia. Porque si respiras, cuando inhalas el diafragma se contrae y se mueve hacia abajo, trayendo como consecuencia que la cavidad torácica se expanda hacia abajo y se levante con los hombros y cuando exhalas se relaja y empuja hasta dejar salir el aire de los pulmones, haciendo que el pecho y los hombros caigan ligeramente, por ello debes agregar unos segundos a la pausa respiratoria natural.

Alondra siguió las instrucciones de Pir y efectivamente realizaron los diez tiros certeros para ganarse el premio, ella abrió la boca gratamente sorprendida mientras le decía —¿Cómo que tal vez sabías algo? ¡Eres un campeón de tiro! ¿Cómo sabes? ¿Quién te enseñó?—interrogaba curiosa, mientras los presentes veían con admiración a Pir.

—Se algo, no mucho. Después te cuento —manifestó con falsa molestia para evitar hablar del tema.

Procedieron a retirar el premio y ella contenta tomó  su peluche aguamarina, lo abrazó, apretándola contra su pecho, con una radiante y hermosa sonrisa, que reflejaba la felicidad que la invadía declaró —Muchas gracias por ganar este premio para mí —luego se acercó a él, lo tomó del cuello y le estampó un beso que lo excitó sobremanera, hasta tal punto que la asió de la cintura y la acercó a él.

—Eres maravillosa Alondra, ha sido una bendición haberte conocido —bajó por su cuello y probó su sabor, esa acción de inmediato se reflejó en su intimidad que pulsaba deseosa de ser tocada, besada y penetrada por él—. Vámonos de aquí bonita —expresó con un tono de voz ronca y los ojos nublados por el deseo.

Al verlo Alondra tomó una decisión, no esperaría más para ser suya, no le importaba el poco tiempo que había transcurrido desde que empezaron a salir, había muchas diferencias entre el antes y el ahora, porque en su pasado, antes había estado con un hombre por mero capricho, pero esta vez estaría haciendo lo correcto porque estaría con Pir, porque sabía que era especial,  su cuerpo, su alma, su corazón le reclamaban formar uno solo con él y no quería seguir negándose a ello, concluyó con determinación.

“El primer amor no siempre llega en orden." Anónimo.



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