Capítulo tres.

CAPÍTULO TRES.

"Rose Pov's"

— ¿Ya acomodaste tu habitación, cariño? — pregunta mí mamá.

— Sí, mami. — ella me sonríe y se va con su café en mano a su habitación con papá.

Si bien es cierto que no pasan tanto tiempo conmigo, sé que me aman y me lo demuestran cada que pueden.

Soy hija única, ya que ellos luego de tenerme a mí y darse cuenta de que no tenían tanto tiempo para compartir conmigo, mucho menos lo tendrían con dos o tres hijos más.

Después de unos minutos, mis papás salen porque según, les llegó una llamada sobre la sucursal que abrieron aquí y tenían que ir a supervisar. Yo por mí parte, decido salir un rato y jugar con la nieve, pues cuando vivía en Miami se disfrutaba era del sol y eso. Muchos me preguntaban que como era posible que yo viviendo en Miami tenía la piel tan blanca, ¡Y es que he intentado darme un buen bronceado, lo juro!, Pero cuando terminaba de estar bajo el sol, mi piel solo estaba roja e irritada, más no tomaba la coloración de un bronceado. Ni yo lo puedo explicar, creo que eso se debe a que cuando estaba más pequeña, mí abuela me cuidaba mucho la piel.

En fin. Me coloco mí abrigo, mí gorro de lana color gris y salgo. Es mejor de lo que imaginaba, la nieve es suavecita y rústica a la vez.

Estaba jugando cuando escucho un ruido, como de alguien acercándose.. o más bien es esa sensación de que te observan, así que levanto la mirada y lo que me encuentro es un lobo color azabache. Pero lo que me causa curiosidad y a la vez miedo es su tamaño, siempre me han gustado los lobos por lo que sé prácticamente todo de ellos, y ese tamaño no es común o normal diría yo, ¡Me saca dos cabezas!

Ante el miedo y la sorpresa retrocedo, y lo que más me sorprende es su gesto de dolor y como chilla arrastrándose hasta mí, me causa mucha ternura. Con timidez y cautela me acerco y poso mi mano encima de su cabeza, su pelaje es suave, por lo que no me controlo a la hora de querer sobarlo más, así que deslizo mí mano hasta su cuello y ahí reparto mis caricias.

De repente, él se levanta y mira en dirección al bosque, y ahí entiendo todo; ya se va.

— ¿Ya te tienes que ir? — me sorprende mi tono de tristeza, pero es que en todo éste tiempo que llevo aquí en Canadá, no llevo ni un sólo amigo. Mí mamá me dice que cuando entre a la universidad, de pronto hasta me consiga un novio. Ay mamá.

Él no responde a mí pregunta, (lo que es obvio porque es un animal, y los animales no hablan), pero se me queda viendo fijamente, y por alguna razón esa mirada me pone nerviosa. Me alzo en mis puntas de pie, y le trato de sobar la cabeza, (otra vez), pero es que es jodidamente alto. Él parece entenderlo ya que agacha la cabeza y así puedo sobarlo mejor.

De repente empieza a empujarme hacia mí casa, ¿Pero qué dem..?, ¿Qué querrá?

Luego es que lo entiendo; quiere que me entre a la casa, no se por qué pero lo hago, despidiéndome con una mano. Repito; no se por qué.

Luego de todo ese suceso extraño con ese lobo, me dirijo a mí habitación para darme una ducha caliente, cuando salgo, me dirijo a mí armario por algo para dormir más cómoda. Opto por unos shorts de algodón color crema, junto a un camisón de mí papá y unas medias que me llegan hasta un poco arriba de la rodilla. Es que está haciendo frío, por eso las elegí así de largas. Me hago una trenza de medio lado y bajo a prepararme algo para cenar, cuando ya tengo todo listo voy al sofá a ver un poco de televisión.

Estaba bien entretenida viendo una novela al perecer Coreana, cuando el teléfono de la sala timbra, me paro y contesto dándome con la sorpresa de que quien llama es mí amigo Daniel, o Dan, como yo lo llamo.

— Hey enana, ¿Por qué no contestas? — pregunta a través de la línea.

— Yo también te extrañé. — escupo con sarcasmo.

— Lo siento reina, pero enserio me preocupé porque no contestabas tu teléfono, ya que tú cargas ese aparato para todos lados, se me hizo raro que no contestaras.

— Debe de estar descargado o en modo silencioso, por eso no lo escuché.

— Me dejas más tranquilo. Cuéntame, ¿Cómo estás?, ¿Hace demasiado frío allá?, ¿Hay chicos buenos? — lo último lo pregunta con picardía.

Y es que sí, mí mejor amigo Dan, es gay. Un desperdicio de hombre por qué bueno si está.

— Estoy bien, sí hace frío Dan, es Canadá. Y en cuanto a los chicos pues no sé, aún no salgo de casa como para ir a ver chicos que estén buenos.

— Aburrida. — dice alargando la "a" de más.

— Que no sea una zorra como tú, no quiere decir que sea aburrida. Tú eres el único que conozco que penas llegas a un lugar sales para ligarte con alguien. — respondo con sorna.

— Y tienes toda la razón. Baby tengo que colgar, ya vamos a abordar, besos. — y cuelga.

¿Abordar?, ¿Para dónde va que no me dijo ni me invitó?

Luego de esa llamada, ya he terminado de cenar, apago la tele y me voy a mí cuarto a dormir como Dios manda.

Al día siguiente..

Siento una molestia en mí rostro por lo que abro mis ojos para ver de qué se trata. Miro a mí alrededor para darme cuenta de que lo que me molestaba era la luz del sol, lo que me parece extraño porque yo recuerdo haber cerrado la puerta que da al balcón y también haber cerrado las cortinas, lo cual, ahora ambas cosas se encuentran abiertas de par en par. Raro.

No prestándole tanta atención a eso, me levanto y me dirijo al cuarto de baño. Me lavo la cara, me cepillo los dientes y hago pis. Luego, me desnudo y me meto a la ducha, (en la bañera no, ya que tengo que lavarme el cabello).

Cuando salgo, me dirijo a mí armario y saco una muda de la poca ropa que alcancé a ordenar ayer por el cansancio que sentía. Me visto con un jean más una camiseta color crema, (me encantan los colores claros, crema y sencillos), mis pantuflas de patito, pues estaré hoy en casa hasta después de medio día.

Abajo en el living, enciendo la TV y pongo el canal de caricaturas. Están dando Bob esponja. Voy a la cocina y del gabinete superior saco una caja nueva de cereales. Sé que es de mala educación meter la mano para rebuscar el premio, pero estoy sola, es MÍ cereal, soy muy impaciente y me da la gana de hacerlo, así que meto mí mano y rebusco mí premio.

Lo que encuentro me decepciona totalmente, se trata de un duendecito peludo, ¡Y ya yo lo tengo en mí colección!, Pero no importa, aún así lo amaré y lo pondré con los demás, cualquier cosa; son gemelos, listo.

Luego de desayunar y ver tv, me voy a mí cuarto y me pongo una botas de nieve. Iré al pueblo un rato.

(•••)

Cuando llego a casa, acomodo lo poco que compré, que son algunos suéters para el frío, botas para nieve, gorros de lana y más cereal.

Cuando me iba a sentar a ver televisión, suena el timbre. Frunzo el seño en signo de confusión, pues yo no esperaba a nadie y mis papás no son, ya que ellos tienen llave.

Quizá se les quedaron.

Me paro y abro la puerta, pero no hay nadie.

Sin ponerle más peros al asunto, me vuelvo a sentar, pero no he ni pegado mí precioso trasero al sofá cuando el timbre vuelve a sonar. Fastidiada por la situación, me levanto y a grandes zancadas me dirijo a abrir la bendita puerta, otra vez. Y lo que me encuentro me deja más que confundida y feliz.

— ¡Dan! — grito a la vez que salto a sus brazos, poniendo mis piernas al rededor de su cintura, él me agarra en el aire prácticamente.

— Hola preciosa, veo que sí te hice falta.

— Como no tienes idea, pero... ¿Qué haces aquí? Se supone que a esta hora estarías en clases.

— Estaría, enana. La UNI tuvo problemas y cerraron temporalmente, algo así como unas mini vacaciones. — me dice.

— Eso es genial, enserio te extrañé. — digo pegando mí frente con la suya, aún encima de él, quién empieza a repartir besos por toda mí cara. Yo feliz.

Estamos unos segundos más así hasta que decido bajarme para dejarlo pasar, pero ni bien me he movido cuando siento que soy jalada fuertemente hacia atrás, y yo pensando que me voy a caer pero lo que me sorprende es que quien me jaló ahora me tiene abrazada, y protectoramente diría yo.

— ¡Mía!, ¡No te atrevas a volver si quiera respirar cerca de MÍ luna una vez más o te juro que no respondo! — grita el sujeto que me tiene agarrada y ahí es cuando reacciono.


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