Mundo de ficçãoIniciar sessãoSonhos de uma suposta vida no século XVIII, passaram a fazer parte da rotina de Ana Julia, após ela se envolver com Theodor Neto, um criador de cavalos que não gosta de falar sobre seu passado turbulento, onde as palavras: Julgamento e pai biológico não devem ser mencionadas. Todos os segredos serão desvendados após um acidente de transito, que deixou Theo vulnerável e geneticamente dependente do pai, o qual ele não sabe quem é. Um romance com idas e vindas no tempo, fazendo o leitor se perguntar se são sonhos ou recordações.
Ler maisCAPÍTULO 1: Un corazón que se rompe en silencio
—Henry, hay algo que tienes que saber —empezó Julie Ann con esa sonrisa nerviosa, mordiendo su labio inferior mientras se acercaba a él.
Henry la miró, entre curioso y preocupado mientras tomaba sus manos con un gesto de profundo cariño.
—¿Qué pasa? —preguntó con calma, aunque algo en su voz mostraba tensión.
—Es que… ¡Estoy embarazada!
La frase estalló como un globo y Henry se quedó quieto, sorprendido. Sus ojos se abrieron como platos y luego, sin poder evitarlo, una sonrisa enorme apareció en su rostro.
—¿En serio? —preguntó con voz temblorosa, casi como si tuviera miedo de creérselo.
—¡Sí, amor! —replicó Julie, con una mezcla de orgullo y nerviosismo—. Mañana voy al médico, pero las pruebas de embarazo que me hice en casa dicen que sí. ¡Estoy esperando a nuestro bebé!
Henry la levantó por la cintura y le dio una vuelta en el aire que los hizo reír a los dos.
“¡Estoy esperando a nuestro bebé!” Esa era la frase más hermosa que una mujer podía decirle a su esposo… excepto que Julie Ann Short no era la esposa… ¡era la amante!
La verdadera esposa de Henry Sheppard, Rebecca Callaway, se apretaba el pecho con una mano en aquel momento, camuflada tras la puerta del gran salón, intentando que aquel dolor de saberse traicionada no la matara allí mismo.
Rebecca siempre había sabido que Henry no se había casado con ella por amor, siempre había sabido que conquistarlo no sería fácil, y mucho menos vencer la frialdad que siempre le mostraba. Pero ser frío y distante era una cosa… y tener un hijo con otra era algo muy diferente.
—Dios, Julie, ¿te imaginas? —decía él emocionado—. ¡Un bebé nuestro! ¡No puedo esperar para decírselo a…!
Y ese era el momento en que la burbuja se rompía, porque un bastardo no era algo que se gritara a los cuatro vientos con orgullo. Julie Ann lo miró a los ojos y sabía que no podía bajar la guardia, que Henry tenía una vida en la que necesitaba ser la protagonista de una vez por todas.
—No podemos decirlo por culpa de ella —murmuró por fin con una expresión de tristeza que hizo que Henry la abrazara—. ¡Por culpa de Rebecca no podemos estar juntos ni celebrar a nuestro hijo! ¿Hasta cuándo va a ser esto, Henry?
Él hizo un gesto de impotencia y negó con fuerza.
—Va a terminar pronto, te lo aseguro —sentenció, mirándola intensamente—. Nunca sentí nada por Rebecca, su padre me obligó a casarme con ella para proteger mi empresa, lo sabes bien; ¡pero ni siquiera me he molestado en fingir que la quiero!
Julie Ann apretó los puños sin que él lo viera, porque esa historia ya se había extendido por dos años y la empresa ya estaba más que salvada.
—¿Entonces por qué no te divorcias?
—Porque no es tan simple, el divorcio tiene que pedirlo ella, y está encaprichada conmigo desde siempre pero… ¡pero te juro que lo voy a resolver pronto! Todos saben que yo te amo a ti, Julie. Yo lo sé, tú lo sabes, toda mi maldit@ familia lo sabe…
—¡Exacto! ¡Y todos están de nuestro lado, Henry! ¡Tu familia sabe que Rebecca solo es una intrusa, interesada, que complicó las cosas entre nosotros!
Henry se pasó una mano por el cabello con un gesto de impotencia. Rebecca jamás le había parecido una mala persona mientras su padre y él eran socios, pero cuando aquella acusación por fraude había llegado y Curtis Callaway había asumido la culpa a cambio de aquel matrimonio… Henry se había dado cuenta de que Rebecca era capaz de cualquier cosa con tal de casarse con él.
—Todo va a terminar pronto, te lo prometo. Ella y yo tenemos un acuerdo —aseguró acariciando la mejilla de Julie Ann.
—Eso espero, Henry, porque no puedo tener a nuestro hijo como un bastardo, yo no me merezco eso y nuestro bebé no se lo merece, ¡no después de todo lo que esa mujer nos ha robado! —le suplicó Julie Ann con la voz rota por las lágrimas y Henry volvió a abrazarla—. Por favor, dime que no irás con ella hoy —suplicó y lo vio pasar saliva.
—Es nuestro segundo aniversario de bodas. Tengo que ir…
—¡Sabes que tratará de tenderte una trampa! —insistió Julie Ann—. ¡Por favor, no vayas!
—No pasaré más de diez minutos en esa casa y volveré contigo, te lo prometo —le dijo Henry, sellando aquella promesa con un beso que hizo que Rebecca retrocediera como si le hubieran disparado.
Las lágrimas caían silenciosas de sus ojos, y no podía respirar. Todo le dolía, como si alguien la estuviera asfixiando y su corazón amenazara con dejar de latir de un momento a otro.
Recordó por qué había ido allí, a casa de su suegra. No había visto a Henry en días y ella se había esmerado preparando una cena especial por su segundo aniversario de bodas.
¡Dos años! ¡Dos años de arrastrar su amor detrás de él, rogándole que la quisiera! Dos años dando lo mejor de sí misma para hacerlo feliz, para conquistarlo.
Y el problema era ella, lo sabía. Ella que siempre había sabido que Henry no la amaba, y aun así había aceptado aquel matrimonio creyendo que su amor era tan fuerte que podía vencerlo todo.
Bueno… él acababa de demostrarle que eso no era cierto.
Rebecca escuchaba todo como un eco lejano, pero cada palabra era como una cuchillada en el alma. Sentía que el mundo se le derrumbaba, pero aquellas últimas palabras fueron su mayor sentencia.
—Rebeca desaparecerá pronto de mi vida. Solo un par de semanas más y te juro que nadie podrá separarnos, Julie. ¡Nadie!
Y ese fue el momento justo en que Rebecca supo que ya no podía quedarse allí. Sin hacer ruido se dio la vuelta y salió de la casa. Su corazón latía con tanta fuerza que le dolía, pero no miró atrás.
El camino a su casa, esa donde debía haber sido feliz con Henry, fue un tormento. Él iba a tener un hijo con otra, con su amante… y ella solo era un obstáculo del que se libraría pronto. Y Rebecca sabía por qué:
Con independencia del trato que Henry había hecho con su padre, ella había tenido suficiente dignidad para darle una salida.
—Cien besos —le había dicho el día de su boda—. Si después de cien besos aún no logro que te enamores de mí, yo misma te pediré el divorcio.
Desde entonces le había exigido un beso cada semana. Henry la había besado noventa y ocho veces, todas con rabia, todas con desprecio, mientras Rebecca intentaba construir una vida a su alrededor, amarlo, ayudarlo, hacerse notar al menos…
Lo había apostado todo por ese amor: cien besos para ganarse a su esposo, cien besos para ganarse el amor de Henry.
Pero ahora sabía que había perdido. El dolor la ahogaba, la paralizaba. Y quizás habría terminado haciendo cualquier tontería si en ese momento no hubiera sonado su teléfono, con un pitido frío y cortante que hizo temblar a Rebecca.
—Señora Callaway, tiene una llamada por cobrar de la Prisión Maplewood de Seguridad Mínima. ¿La acepta?
Capitulo XXXIXAcordo me sentindo estranho, não sei onde estou, tudo em meu corpo dói, parece que cai de um avião, esse pensamento me faz rir, penso em como seria a cena de alguém caindo de um avião.Levanto a cabeça do travesseiro e de imediato procuro July ao meu lado, mas estou em uma cama de solteiro, não é minha casa.— Estranho! — Falo em voz alta ao analisar os moveis.No quanto tem apenas a cama e alguns moveis branco. Sento para observar melhor o ambiente, ainda sem entender o que está acontecendo saio da cama meio confuso, vou até o banheiro, minha bexiga está estourando, faço xixi, lavo minhas mãos deixando a água escorrer sobre elas para tirar o excesso de sabonete, enxugo meu rosto ao me observar no espelho digo para mim mesmo:— Theo vo
Capitulo XXXVIIIComo meu espirito está em processo de evolução, eu consigo observar minha filha de longe, ainda não estou preparada para me aproximar, preciso controlar meus pensamentos e sentimentos para que esses não atrapalhem a vida de quem deixei de quem ficou na vida terrena.Hoje fui presenteada com uma visão que me deixou tranquila, Theo e Luna estavam cavalgando. Eles moram no haras com Cesar e a família de Aline, os dois conversavam muito, ela é criativa e quer saber de tudo, como qualquer criança saudável. Luna tem seu próprio cavalo, é um animal lindo e calmo, ela monta muito bem para uma criança de três anos.Theo tira Luna de cima do cavalo, a põe no chão, aproveito o momento para me aproximar dela, ainda com medo tento tocar seu cabelo, ela passa a mão rapidamente
Capitulo XXXVIIAo abrir os olhos, me deparo com um ambiente calmo, silencioso, Clara pede para que eu tente me concentrar e relaxar, parece ser fácil, mas não é, pois ainda estou escutando o choro das pessoas que estão inconformadas com a minha partida.Procuro me concentrar no caminho e sigo adiante até ver o sol, onde encontro Julius.— Que bom te ver mais calma, fiquei assustado por não conseguir te acalmar — menciona Julius, caminhando ao meu encontro.— Eu não estou calma, estou analisando o que está acontecendo e torcendo para que tudo não passe de mais um dos meus sonhos.— Não se aflija Ana Julia, logo tudo fará sentido para você — ele aperta minhas mãos — vai ficar tudo bem! — Completa.Olho ao redor ainda em busca
Capitulo XXXVIQuando me dou conta estou de pé no canto do meu quarto, tem dois médicos fazendo massagem cardíaca em mim e muitas enfermeiras ao redor, Theo está imóvel estático, parece que estar petrificado. Uma enfermeira sai com minha filha rapidamente do quarto, Theo cai sentado no sofá horrorizado com a cena que está presenciando, outra enfermeira convida ele a se retirar, ele não responde, continua imóvel, ela insiste dizendo:— Senhor Theodor por favor me acompanhe, ela vai ficar bem, vamos até a enfermeira ver como está sua pressão, os médicos vão levar a Ana Julia para a UTI, lá eles podem cuidar melhor dela.Ele continua em estado de choque, não esboça nenhuma reação.Uma mulher com vestes brancas me abraça forte ao dizer:
Capitulo XXXV— Não tenha medo, sua filha está em boas mãos, ela está cercada de gente que vai amá-la muito e Theo é mais forte que ele mesmo imagina. Vovô Theodor também não queria partir, pois temia pela fragilidade do neto, mas colocamos Dora no caminho dele, dando o suporte emocional que ele precisava para superar as adversidades, se tornando o pilar de sustentação da família. Agora ele tem uma nova família ao seu lado e uma filha que depende dele.Na vida passada Joe sempre foi muito apaixonado por Carol, mas teve que conviver com o fantasma de Julius em sua vida, pois a esposa nunca superou a morte do primeiro marido. A gota da água foi seu neto ser neto também de Julius Bloom. Esses pequenos fatos deixavam Joe sempre se sentindo em segundo plano na vida de sua família. Por esse motivo ele teve o
Capitulo XXXIV— Querida, seu jantar chegou! — Meu pai me acorda.Abro os olhos devagar e em minha frente um imenso prato se sopa, ela está cheirosa, tem pedaços de frango, igualzinha à que a vovó fazia. Fiquei imóvel diante do prato de sopa, em minha mente surgiam cenas da minha vida, a vovó, o vovô, meu irmãozinho ainda bebê em meu colo, a cena de Theo vomitando e desmaiando no hospital. São lembranças que vão surgindo como um filme, o filme da minha vida a qual acreditava ter todo controle.— Filha você está se sentindo bem? — pergunta seu Otávio assustado.— Estou bem papai — respondo ainda no modo automático, não quero assustá-lo com meus medos e angustias.Como lentamente minha canja, saboreando cada colhera





Último capítulo