No doy dos pasos, cuando siento un ligero escozor en mi nalga derecha, pequeña vengativa. Me detengo sin girarme y ella estalla en una risa sexy como el demonio. Mi pene comienza a dar saltitos de alegría al creerse invitado a la fiesta, y me quedo esperando lo que dirá a continuación.
—Apresúrate chico, o tus adoradas papas desaparecerán de la mesa.
—Oh, créeme, eso no sería recomendable para ti. ¡Personas han perdido sus imperios por quitarme mis papas! —llego hasta la puerta del baño y ella se ríe aún más fuerte que antes.
¡Maldición! Tendré que masturbarme antes de salir, sino, en serio se irá a la mierda la comida y como un león hambriento me le tiraré encima.
Son muchas las ventajas de convivir con una persona, que sabe cómo tratar tu caso particular, más aún si