Cap. 27 Ultimátum.
Él, al separarnos, me sonríe como nunca y me guiña un ojo de forma coqueta. Es un Carlo, que desconozco por qué jamás había tenido esas demostraciones, ni cuando éramos novios y digamos estábamos en la etapa de conquistarnos. Más bien era yo la que procuraba ser cariñosa, él solo me sonreía a lo más.
Regresamos a la mesa y yo trato de recomponerme por el impacto de su cambio, por ese beso, por esa forma en que me mira, una mirada de completo deseo, que me pone nerviosa. ¿Será que aún siento algo por él? No, no puede ser, no después de todo lo que escuché, sería una infamia de mi propio corazón, sentir algo por el hombre que ha mancillado mi vida de esa forma, no Amalia, debes pensar con claridad y no dejarte llevar por una sonrisa y un beso.
—Señor Carlo, ya es hora de su discurso inicial para poder comenzar con la premiación —Su amante se acerca y se dirige a él.
—¿Qué ha dicho? —Le preguntó curiosa, porque desde que mi padre se fue soy yo la que da el discurso de inicio.
—Le decía a