Por Emma

Noté la mirada caliente de Pupy y creí que, por ese motivo, iba a poder manejar, al menos con él, cualquier situación.

Mi familia era otra cosa.

Al pasar un par de horas en el evento y a pesar de que mi familia nos había visto, no se habían acercado, pensé que ya no lo iban a hacer.

Podría seguir ocultando mi verdadera identidad.

Me equivoqué.

Marcelo me acechó en la pista de baile, pero pude manejar la situación, aprovechándome del efecto que mi seducción hacía en Pupy.

Eso no fue gratis, porque estar tan cerca de mi jefe, me sacaba de mi zona de confort.

Mi piel ardía junto a la de él.

En un momento necesité ir al baño, mi hermano con su esposa me siguió, Pupy también lo hizo.

Logré manejar la situación de la misma manera y evité dar explicaciones en ese momento.

Esta vez, hubo besos que se profundizaron como nunca lo esperé.

Nos besamos como adolescentes, aunque cuando era adolescente, nadie me besó de esa manera.

En ese instante supe que la noche no iba a terminar tranqu