Los tres amigos habían salido prácticamente corriendo de aquel lugar que de día era un centro escolar, pero a esas horas de la tarde noche, se había convertido en el mismísimo infierno.
Margaret subió a su auto con el pequeño Ben, sentía el corazón en la garganta. No sabía si Alexander y Tatiana podrían estar acechando desde la lejanía.
Respiró profundo para quitarse la ansiedad y se dio cuenta de que James y Tom habían bajado de la motocicleta y se dirigían hacia el auto.
Ella quitó los seguros y ambos entraron. James en el asiento de copiloto y Tom atrás, justo a la par del pequeño Ben, que yacía dormidito en su silla especial.
— Margaret, será mejor que revisemos que todo marche bien con esos documentos —sugirió James con determinación.
Tom asintió en aprobación y Margaret abrió una vez más la carpeta que al parecer alguien había dejado allí de manera conveniente para ellos.
Pero a medida que continúan revisando la evidencia, se encontraron con una carta de... ¡Tatiana! Estaba esc