Llévalas al barco

—Por favor……. No me…. Mates …… y si lo haces .. …… no me comas–ella hipo con una voz tan pequeña.

Si iba a morir, Aria prefería no ser devorada.

—Duerme mujer —su voz ronca acarició sus oídos y así aplico flexión en cierto punto de su cuello y un abrir y cerrar de ojos su conciencia se desvaneció.

Solo había una cosa, martillando su corazón y mente este sería el final de ella. parado frente a ella.

—Despierta. .. .. Aria, despierta –podía escuchar a alguien llamándola por su nombre.

Aria se agitó en su estado de somnolencia.

 Lentamente obligó a sus párpados abrirse y luego se cerraron antes de que finalmente pudiera adaptar su vista a plena luz del día.

Lo primero que noto fue a Luna atada al árbol con cuerdas. Sus ojos, se abrieron de golpe e inmediatamente trató de moverse, pero término jadeando cuando se encontró atada al árbol también.

 La princesa Luna también fue atrapada.

Sus ojos muy abiertos rebotaron y su estómago se revolvió con ansiedad cuando encontró un par de hombres parado a cierta distancia.

Todos eran enorme casi como gigantes y vestían una ropa extraña. Armas mortales como hachas y martillos estaban aseguradas alrededor de su cintura. Algunos de ellos tenían el cabello trenzado en pequeñas e innumerables trenzas, mientras que otros tenían el cabello atado.

Parecían bestias despiadadas, disfrazados de humanos.

Eran los Dothraki.

—Aria —Luna susurró lentamente, para que solo Aria escuchara, pero Aria escucho un ligero estruendo que se acercaba.

Su corazón dejó de latir cuando un enorme lobo negro apareció a través del bosque en el claro. La luz de la madrugada fue suficiente para que ella lo viera.

 El lobo tenía un magnífico pelaje negro que se veía tan suave y sedoso que, a pesar de tener tanto miedo, Aria tuvo el fugaz pensamiento de tocarlo.

Su corazón tartamudeo en su pecho cuando los ojos de esa bestia se encontraron con los suyos. Los latidos de su corazón solo se intensificaron cuando el comenzó a merodear hacia ella como un depredador.

 Ni siquiera se atrevió a respirar cuando la bestia se paró frente a ella cerniéndose sobre ella. Estaba aterrorizada cuando el lobo bajo la cabeza y su hocico acarició su cabeza.

Ella gimió de miedo y un sollozo de miedo escapó de sus labios. Ella estaba temblando de pies a cabeza de miedo absoluto. Sus pulmones olvidaron la función básica de respirar y su corazón martilló en sus oídos que estaba segura de que esté lobo podía oírlo también.

—Por favor…  n…o me… .. …  comas

—Aria gritó en un pequeño gemido que hicieron que  el, lobo se riera y su corazón su hundiera hasta el fondo de su corazón del estómago, mientras pensaba que ella lo ofendió y ahora se la iba a comer.

El lobo retrocedió unos pasos y fue entonces como sí finalmente pudiera respirar de nuevo.

—Estás bien —Luna preguntó en un pequeño susurro y Aria asistió levemente con la cabeza, miró hacia el suelo porque tenía demasiado miedo mirar a la bestia negra.

¿Qué pasa si ella le ofende y él podría decidir comérsela viva? Estaba tan asustada.

—¿Comandante? —llamo un hombre y el lobo se alejó caminando hacia el bosque, en un segundo después apareció un hombre enorme desde ese mismo lugar.

Ese lobo negro, era este hombre, pensó Aria y un escalofrío le recorrió la espalda al pensar en esto.

Parpadeo cuando un hombre caminó hacia el grupo de hombres. La parte superior de su cuerpo estaba desnudo y su garganta se contuvo cuando encontró sus helados ojos azules mirándola directamente.

 Ella aparto bruscamente la mirada. Sus ojos estaban vidriosos mientras parpadeaba varias veces para no llorar y contener sus lágrimas que están por traccionarla.

—Llévalas al barco —una voz profunda y rica llego a sus oídos y se congeló.

Tragó saliva cuando recordó esa voz de barítono con la que estaba familiarizada la noche anterior.

Sus ojos inconscientemente se movieron en su dirección y recordó cómo había llegado aquí

Este era el mismo hombre que la atrapo anoche. Aquel a quién había golpeado con la rama gruesa de madera.

Lo primero que noto fue que no había herida en su hombro. Lo recordaba claramente , lo hizo sangrar con su ataqué.

Sus ojos se detuvieron lentamente en su torso, su pecho definido, duro y musculoso, luego en sus brazos esculpidos que estaban llenos de tatuajes tribales y cicatrices.

Sus ojos se movieron lentamente hacia su barba, pómulos altos y una cicatriz muy proveniente en el lado derecho de su rostro comenzando en la frente pasando por la ceja y terminando en la mejilla y se preguntó cómo estaba bien su ojo.

Él tiene cejas pobladas y un cabello largo hasta los hombros, pero lo que le cortó la respiración, la respiración fueron esos ojos azules que todavía estaban fijos en ella.

 Aria miro hacia otro lado, su respiración era dificultosa mientras trataba de calmarse.

Los hombres comenzaron a quitar las cuerdas y antes de que pudiera pensar siquiera en correr un hombre la agarró del brazo, dándole la vuelta, le ató las muñecas a la espalda con bastante brusquedad, haciéndola estremecer cuando la cuerda se clavó en su carne.

Agarrando su brazo la arrastraron junto a Luna hacia los botes. Su corazón dio un vuelco a su boca cuando vio sus barcos un poco lejos en el mar.

—Déjame pedazo de m*** —Luna gritó y un segundo después se quedó en silencio mientras le amordazaron la boca con una cuerda y ahora no podía hablar.

Aria observaba en un terrible silencio con el corazón en la boca.

Estaban siendo tan bárbaros con la princesa y ni siquiera podía imaginar, lo que le harían a ella cuándo descubrieran que no servía para nada y que solo era una criada inútil.

Pusieron a las dos chicas en el bote.

Aria estaba mirando su regazo.

Había tantas cosas en su cabeza y todas ellas eran más aterradoras que otras en los peores escenarios.

¿Qué sería de ella ahora?

Había ese sentimiento inmenso de que la iban a matar.

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