¿QUIÉN ERES TÚ?
¿QUIÉN ERES TÚ?
Por: Alejandra García
PREFACIO

Gritos, sollozos y tristeza. Así es como podemos describir el paisaje que a la muerte le encanta mirar desde la esquina de ese lugar. La gente con sus batas blancas corría aquí y allá y, en una de las bancas, ella estaba allí. La desesperación estaba impresa en su cara, no había nada cuando su corazón ya había sido destrozado sin piedad con aquellas palabras que habían salido de los labios de aquel doctor sin compasión alguna. Y es que ellos no sabían entender de problemas económicos, ello solo sabían procede4 si había dinero de por medio. 

“Necesitamos hacer algunos estudios, su hija necesita algunas cirugías, si nosotros no la operamos, su vida correrá peligro”.

En la vida de Gabriela no había nada más que su hija y las palabras del doctor.

¿Cómo fue posible eso? Si ya la habían operado innumerables veces, ella no podía estar más rota. Diez mil de dólares, sabía que tenía que conseguir diez mil dólares desde que el doctor ya le había hable de eso antes. Solo que no pensó que fuera a ser más temprano de lo esperado. Ahora, su pesadilla se estaba volviendo real.

Velvet era el nombre de la preciosa niña que fue traído a ella como un milagro, Velvet era el angelito que había nacido con una extraña enfermedad que le impidió incluso correr a los brazos de su madre desde que dio sus primeros pasos. Ella tenía una enfermedad en el corazón. Era cierto, el dinero no puede comprar la felicidad, ni el amor ni la vida pero, ¿qué pasa cuando la vida enseña lo contrario? Porque en esto caso, el dinero efectivamente podía comprar la vida, la vida de aquel tesoro. Gabriela no se iba a rendir, no iba a abandonar a su pequeño angelito, ella iba a pelear contra la muerte si era necesario porque ni la muerte iba a ser suficiente para poder llevarse a su hija.

"Dinero, dinero. Velvet vivirá. Dinero. ¡Dinero, mi Velvet saldrá de aquí, lo juro!”

Finalmente Gabriela se levantó de la banca que había usado casi toda esa tarde. Ahora solo tenía una idea en la mente, ir con aquellos que podían ayudarle.

Después de haber secado sus lágrimas en todo el camino y habiéndolas llorado otra vez, ella llamó a la puerta de la casa de su tío. Después de todo, él era todo lo que ella tenía junto con su tía.

Su tío abrió la puerta, y con una sonrisa sarcástica la recibió. Gabriela no podía esperar menos de su tío y mucho menos de su tía, que estaba dentro de la casa.

— ¿En realidad? ¿Hablas en serio? No puedo creerlo, la última vez que viniste yo te dio 500 dólares —. Dijo la tía de Gabriela.

Con lágrimas en los ojos, ella miró a su tía. —Por favor, tía Andrea, lo siento por los problemas que te he ocasionado pero, mi Velvet necesita más cirugías, por favor, te lo pido.

—No tengo dinero, ni siquiera sé si estás diciendo la verdad, esto es demasiado, esa  niña tuya tiene que estar fingiendo como siempre —. Exclamó la mujer de media edad en el sofá.

Gabriela habría caído de rodillas si su tía le había pedido que hiciera eso. ¿Cómo era que sus parientes podrían estar haciéndole eso a ella cuando más los necesitaba para salvarla vida de su hija?

—Por favor, tía Andrea, ayúdame y yo te prometo que esta es la última vez que me ves en esta casa, te lo pido con todo el dolor de mi corazón.

—No me importas tú o tu hija. No me importa ninguna de las dos. ¡Ahora vete de aquí si no quieres que te saque a patadas!

Sin ningún cuidado, su tío la tomó por el brazo obligándola a irse de esa casa y justo de esa manera, supo echarla fuera de su pequeña casa. La misma casa de la que ellos sería expulsados en algún momento no lejano desde que el dueño había dicho que la casa iba a ser vendida pronto.

—En serio, ¿nos está pidiendo más ¡¿dinero?! —Gabriela escuchó a su tío quejarse.

Si tan solo supieran cuánto ella sufría, su hija estaba enferma, su hija estaba en peligro. Todo el mundo tenido problemas pero, hay algunos de ellos que todavía podían ofrecer una mano y sus tíos optaron por no hacerlo. En su mente, más parientes vinieron a sus pensamientos pero, ya no era necesario adivinar lo que harían o lo que le gritaría en cuanto ella tocara sus puertas.

“Nadie quiere saber nada de ti, no eres más que un pariente más. ¡Olvídate de nosotros! Vete. Ni siquiera tu padrastro quería saber acerca de ti."

Una fuerte lluvia sobre ella estaba cayendo, eso era todo lo que ella necesitaba para hacer de esa noche una de las noches más tristes de su vida. Con lágrimas en los ojos, ella sacó su teléfono celular de su bolsillo aun con las pocas fuerzas que le quedaban.

Había alguien que tenía que ayudarla. David. La única persona que le quedaba.

Ella era demasiado joven cuando todo eso sucedió, pero los recuerdos seguían siendo tan frescos como ese día. Gabriela había estado casada con David, la había aceptado incluso cuando la pequeña Velvet ni siquiera era su hija. Vivieron felices por algunos años hasta la muerte de la madre adoptiva de Gabriela. Todo se vino abajo, David  la acusó de ser una tramposa, él había dicho que no conocía al padre de su hija, que era una cualquiera y después de eso, él la echó de su casa. Fue entonces cuando su hija comenzó la enfermedad. De repente, ella fue declarada extrañamente enferma de un momento a otro. Gabriela, ¿dónde estaba su vida? Gabriela, una de las más mujeres respetadas en ese país. Esa ya no era ella.

Muchos secretos, ¿en qué momento su mundo se tornó al revés? Gabriela Barrera había sido su nombre, Gabriela Barrera había sido la mujer que mucha gente había respetado y admirado. ¿Cómo eso pasó después de ser una respetada mujer en ese país? La vida que ella tuvo una vez ya no era su vida. El presente estaba aquí, un futuro incierto en el horizonte y ella era solo una mujer luchando por la vida de su hija.

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