CAPITULO 5 EL DESEO.

Ashley Freetman.

El doctor aparca en un lujoso hotel y me sorprende que la convención sea en este lugar. 

Gracias a Dios me he colocado un atuendo acorde, bueno tambien es porque deseaba estar hermosa para el doctor y puedo decir que estoy acostumbrada a vestirme adecuada para cada evento y al saber que estarían varias eminencias de la oncología debia estar acorde al momento.

El doctor Noah, se identifica, revisan el listado creo yo de invitados a la convención, nos conceden el permiso de ingreso y hay un gran parqueadero, pero en la gran entrada hay un valet parking. 

Observo al doctor y toma la chaqueta de su traje de la parte trasera del auto y se la coloca, sonrío para disimular lo bien que se ve y lo mucho que me gusta y me afecta.  El valet parking, abre la puerta y me ayuda a bajar. El doctor lo observa, baja y luego saca las maletas de ambos, entregándole las llaves al valet parking, el cual ingresa al auto y desaparece con este. 

Un botones aparece tomando las dos pequeñas maletas y nos guía.

─ Bienvenidos ─ musita el señor dejándonos hasta el área de recepción. El doctor Noah, se vuelve a identificar y a los minutos le entregan dos tarjetas, las guarda en el bolsillo de su chaqueta. 

─ Nos informan el área donde será la convención y no se encuentra muy lejos y tampoco hay que abordar el ascensor, solo una señorita muy amable por supuesto, más con el doctor nos guía. Solo que él reafirma su mano en mi cintura y me guía más a su cuerpo. La chica baja la mirada y a mí me deja encantada y más enamorada esa pequeña y tonta acción, que con toda seguridad para el doctor no ha tenido un gran significado.  

─ ¿Lista? ─ Pregunta el doctor sacándome de mi letargo imaginario y observándome  mientras rodea más mi cintura. Muevo mi cabeza asintiendo y cruzamos una hermosa sala  Iniciando luego el camino por un pasillo hermosamente alfombrado, bajamos dos pequeños escalones siguiendo los pasos de la señorita, que ahora ni siquiera se atreve a mirar al doctor. 

─ Al llegar al salón donde será la convención me emociono, hay oncólogos que son una eminencia y no me arrepiento de estar en este lugar y no en la playa, luego veré como animo y le quito el disgusto a mi amiga Mariluz. 

Nos guían hacia una mesa que tiene los nombres de los médicos y me sorprende cuando leo el mío al lado del nombre del doctor Noah, lo observo él no dice nada, pero a mí el pecho me palpita de la emoción.

─ En unos quince minutos iniciará ─ menciona la chica antes de retirarse. El doctor  Noah, hace la venía retirando mi silla dándome acceso al movimiento para acomodarme, este hombre caballeroso cada día me enamoraba más. 

─ Mi nombre está escrito ─ musito bajito, pero emocionada.

─ El de todos los invitados y sus invitados están escritos ─ menciona el doctor restándole importancia. 

─ Sí, pero yo no soy Oncóloga todavía ─ musito para que él entienda a lo que me refiero, mi nombre tiene al lado la señal del libro que significa estudiante, mientras los demás tienen al lado de su nombre la medalla dorada que significan honor al mérito y ese color es una señal de eminencia profesional, por eso es mi sorpresa porque soy la única estudiante en este lugar. 

─ Algún día tú nombre estará acompañado de esa medalla dorada ─ menciona y no puedo evitar ampliar mi sonrisa llena de felicidad, el goce de una medalla, es el goce de dedicación salvando la vida de los niños. 

─ Dos médicos más llegan y los guían a nuestra mesa, saludan al doctor Noah y él me presenta, pero enseguida guardamos silencio cuando es anunciada el inicio de la convención.

El primer ponente es anunciado, uno de los médicos eminentes de oncología infantil se levanta, se escuchan los aplausos, dos minutos después se escucha su voz junto a una pantalla gigante que se ilumina a su espalda.

─ La cura del cáncer es un tema que se debate a nivel mundial, no hay un lugar del mundo donde la ciencia médica no trate esta patología ─ inicia el ponente llamando la atención de todos, principalmente la mía. 

─ Pero ¿Cómo actuar cuando no solo debemos tratar el cáncer infantil, sino también otra patología que afecta tanto como el cancer? Cómo por ejemplo las drogas. ¿Como tratar médicamente cáncer y sustancias Psicotrópicas y estupefacientes? ─ mencionó el inicio de la ponencia embelesándome y enamorándome más de la profesión que sueño desde niña y sé que alcanzaré muy pronto. 

─ ¿Estás cansada? ─ Me preguntó el doctor Noah, cuando la última ponencia de este día culminó, fueron tres ponentes desde las nueve de la mañana hasta este momento que son las seis de la tarde, hubieron dos recesos para compartir unos aperitivos en el primero y un almuerzo en el segundo.

─ Estoy más emocionada que cansada ─ musité

─ Entonces ¿Salimos a cenar más tarde? ─ Preguntó rodeando mi cintura cuando nos levantamos de las sillas. Varios médicos se acercaron a interactuar un poco.

─ Podemos vernos más tarde en el salón de copas ─ propuso uno de los médicos, guardé silencio sin saber que responder, a mi mente solo llegó el episodio de hacía ya casi un año. 

─ Puede ser, si me animo les llego ─ mencionó el doctor que no soltaba mi cintura y no sabía si era por ese instinto de protección. Unos quince minutos después nos despedimos y salimos del salón donde estábamos. 

─ Subiré a la habitación a cambiarme deseo quitarme este traje ─ mencionó el doctor, yo también deseaba una ducha y cambiarme por algo más ligero que la falda tubo, la camisa, la chaqueta y los tacones aguja que hacían el toque final. 

Ingresamos al ascensor, el doctor sacó las tarjetas e indicó el piso hacia donde nos dirigíamos. Al parecer conocía el hotel ya que no solicitó información. 

Salimos del ascensor y recorrimos el pasillo, el observó los números en la tarjeta y buscó la puerta indicativa del número. 

─ Creo que esta es tú habitación, la mía está al frente ─ mencionó observando el número de la puerta del frente, giró su cuerpo e insertó la tarjeta en la cajetilla enseguida la puerta se abrió y él sacó la tarjeta entregándomela.

─ Gracias ─ le sonreí tomando la tarjeta e ingresando y viéndolo dirigirse a la puerta del frente, cerré mi puerta y me maravillé con la habitación, era grande espaciosa y con muebles y cortinas hermosas. El hotel no era cinco estrellas ni Michelín, pero era lujoso, con una decoración muy  hermosa y bastante amplio. 

Retiro mis zapatos dejándolos en el camino. Observo la peinadora con un gran espejo donde me veo reflejada, la falda tubo llega hasta mis rodillas, la camisa stress está por dentro y hace notar mi esbelta figura, la chaqueta llega a mi cintura lo que permite que se noten mis caderas, el cabello rojo natural cae en ondas sobre mi espalda y me gusta lo que observo. Deseo estar bonita a la vista del doctor Noah, me río de mis pensamientos comenzando a desvestirme. 

Enciendo mi teléfono con la música de Shakira, recojo mi cabello y me voy a la ducha. El  baño es hermoso y tiene un jacuzzi el cual decido probarlo y sin pensarlo dos veces lo lleno con espuma e ingreso en el y me relajo con mi ducha espumosa tarareando a Shakira, no sé porque me siento tan feliz o mejor, si lo sé y la causa está al frente de esta habitación. 

Me pregunto si deseo que recuerde lo que sucedió  esa noche. También me he preguntado en varias oportunidades porque estaba tan ebrio si hacía poco lo había visto en sus cinco sentidos. Si el se diera cuenta cuánto deseo que él hubiese sido mi primera experiencia. Me arrepiento tanto de haberlo detenido esa noche. Él solo recordar sus besos y como me tocó...

El ruido de la puerta me sobresalta, sacándome de mis recuerdos y mis conclusiones. ¡Oh rayos! pienso levantándome en el jacuzzi y tomando una toalla para envolver mi cuerpo, intento secarme, pero el toque es insistente así que solo me cubro con la toalla y salgo del baño dirigiéndome  a la puerta principal.

La abro con cuidado solo asomando mi rostro y visualizo al doctor de mis delirios y tormentos de amor no correspondido, frunzo el entrecejo cuando se ha retirado su chaqueta y la camisa tiene los primeros botones abiertos y al parecer se la ha colocado nuevamente apresurado.

─ Lo siento, me confundí con las habitaciones, esta es tú maleta ─ informa el doctor levantando mi pequeña maleta. 

─ ¡Oh por Dios! es lo único que logro decir como una tonta.

─ ¿Puedo buscar mi maleta? ─ Pregunta el doctor Noah, al notar mi silencio sin saber que rayos hacer porque me he quedado hasta paralizada mirándolo como una tonta.

─ Oh, claro Doctor ─ musito abriendo la puerta, sus ojos me recorren de pies a cabeza y me muevo apresurada apretando el nudo de la toalla sobre mi pecho para que no caiga. El ingresa y yo solo deseo que me parta un rayo. 

─ ¡Dios mío! ─ pienso cuando veo mis zapatos de tacón aguja desorganizados por cualquier lado y lo peor es que quiero convertirme en un avestruz y enterrar mi cabeza en la tierra.  La  ropa que me he quitado al desvestirme está toda tirada sobre la cama. 

─ ¡Dios mío! ─ pienso al ver la falda por una esquina, la chaqueta en el medio, la camisa en otra esquina y casi me da un infarto con las medias veladas y creo que estoy muerta cuando el brassier y la pequeña panty están en la orilla de la cama, de la nada me he llenado de aprehensión y hasta estoy hiperventilando, presa de la vergüenza.

El doctor Noah, coloca mi pequeña maleta sobre la cama al lado de la pequeña panty, camina silencioso unos pasos tomando su maleta, gira su cuerpo devolviéndose a la puerta principal y me observa. 

─ ¿Estás bien? ─ Pregunta observando mi pecho  subir y bajar. Siento que me muero.

─ Umjum, ─ respondo ya que no consigo mi voz, estoy casi muda.

─ Te busco a las nueve ─ indica y yo asiento como la perfecta muda. Sale de la habitación y cierro la puerta apresurada. Regreso al baño y me hundo en el Jacuzzi, para calmar mi cuerpo de la vergüenza que he pasado con el doctor. 

Duro casi una hora en el jacuzzi, salgo decidida a vestirme para enfrentarme con el doctor aunque la vergüenza me mate. Me provoca hacerme la enferma, pero sería una complicación ya que seguramente me tomará la temperatura. ¡Dios mío! parezco de verdad una niña, pienso tomando la toalla.

Cuando ingreso a la habitación doblo toda la ropa que me ha hecho pasar semejante vergüenza y la guardo, busco la muda que me colocaré buscando un jeans, una camisa stress y una chaqueta que hace juego con los botines que he buscado. guardo mis tacones aguja.

Me visto observándome al espejo y me gusta lo que observo, solo espero gustarle al doctor, aunque ya pienso que eso es misión imposible, para él soy la pequeña hija de sus amigos de infancia. Respiro profundo tomando mi perfume y aplicándome un poquito. Suelto mi cabello y lo peino. 

Escucho los toques en la puerta y sé que es el doctor, observo todo a mi alrededor y está todo en orden. Camino los pasos hasta la puerta y abro. Allí está él, tan serio y hermoso como siempre.

─ ¿Ya estás lista? ─ Pregunta observándome. 

─ Busco mi identificación y las tarjetas y nos vamos ─ musito abriendo completamente la puerta,  me apresuro tomando lo que he mencionado anteriormente más mi teléfono y vuelvo a la puerta principal. El doctor está desde el umbral observando cada paso que doy. 

Camino hasta él, ambos salimos y es el doctor quien cierra la puerta de mi habitación. Caminamos hasta el ascensor uno al lado del otro. El doctor presiona el botón marcado con el número uno.

Cuando llegamos al primer piso el doctor pide al valet parking, que traigan su vehículo. Me sorprende ya que pensé que cenaríamos en el restaurante del hotel. Esperamos unos minutos, en silencio hasta que llega su automóvil, el valet parking baja del auto y le entrega las llaves al doctor.   

El restaurante es bonito, ya está todo decorado con el ambiente decembrino y me gusta, esta época del año me gusta mucho. 

─ He notado que te gusta mucho la decoración ─ musita el doctor 

─ Me fascina la decoración de ambientes festivos, pero mi gran sueño desde niña  es convertirme en médico oncólogo ─ expreso y él me observa. 

─ Pronto lo serás  ─ menciona y guarda silencio cuando el mesero llega, ambos pedimos pollo frito y ensalada, pienso que hubiésemos ido mejor para un KFC. El mesero se retira.

─ ¿Te ha  gustado la convención? ─ Pregunta y yo sonrío.

─ Me ha fascinado ─ musito con sinceridad y ampliando mi sonrisa, él parece complacido con mi respuesta. 

Cuando la comida llega comemos en silencio, el doctor Noah, pide refrescos y comprendo porque no ha sugerido un vino, no debe ser fácil para él rodearse de personas acostumbradas a consumir una copa de licor.

─ ¿Deseas volver ya al hotel, podemos dar una vuelta por las calles ─ sugiere. 

─ Me agrada la idea ─ susurro buscando mi tarjeta de crédito y pensando en el motivo del porque no desea reunirse en el salón de copas del hotel con sus colegas. 

─ ¿Qué haces? ─ Pregunta frunciendo el entrecejo, arrugo mi frente sin saber a qué se refiere. Toma la tarjeta que he colocado sobre la mesa y me la entrega.

─ Es para cancelar ─ musito y él niega, levantándose de la silla y dirigiéndose a cancelar la cuenta. La acción me a descontrolado un poco al notar su cara más seria. Cuando regresa a la mesa, me levanto de la silla y salimos del restaurante. 

La ciudad se ve hermosa hoy es primero de Diciembre y está toda iluminada con las luces de navidad, a medida que el automóvil se mueve la decoración luminosa se hace presente. El doctor estaciona su automóvil y observo el lugar sin comprender. 

─ Caminaremos cinco minutos ─ informa y yo, asiento bajando del auto. La brisa de la noche mueve mi cabello, el doctor llega a mi lado y me señala un camino. Ambos comenzamos ascender, él está a mi lado, tiene sus manos metidas en los bolsillos de su chaqueta. Sonrío cuando noto que llegamos a un gran mirador.

─ Desde aquí se ve la ciudad ─ musita observando hacia abajo y es verdad, una imagen sumamente preciosa e iluminada aparece ante mis ojos. 

─ Se ve tan hermosa y tan iluminada ─ murmuro emocionada. Giro mi rostro y él me está observando. Me guía hacia una banca que está cerca, el viento sopla y mi cabello se mueve.

─ Aquí se respira tranquilidad ─ menciono cerrando los ojos.

─ Aquí se respira paz ─ murmura. 

─ Y se observa la belleza natural    ─ concluye y entiendo sus palabras, con sus tormentos quien sabe cuántas veces a buscado paz en lugares como estos. 

Una fuerte brisa sopla y me estremezco.

─ ¿Tienes frío? ─ Pregunta retirándose su chaqueta.

─ Es la brisa que hizo ─ murmuro y él cubre mis hombros con su chaqueta y pasa su brazo por mis hombros protegiéndome aún más del frío.

─ Se va a resfriar, doctor ─ musito. 

─ No será así ─ menciona besando la coronilla de mi cabeza. 

─ Hoy es el primer día del mes decembrino, debemos pedir un deseo ─ menciono observando las luces que alumbran la ciudad.

─ No creo en eso ─ murmura,  elevo mi rostro y nuestras miradas se cruzan.

─ Pidamos uno y luego me dice si se le cumple o no  ─  propongo, él guarda silencio sin dejar de observarme. 

─ Me da curiosidad saber qué deseas ─ musita despacio, sonrío al escucharlo. 

─ A mí me da curiosidad saber si se le cumplirá y así pueda que recupere la fé ─ murmuré.

─ Es difícil recuperar algo cuando se ha perdido ─ musita 

─ Quizás ha llegado el momento de recuperarlo ─ musito tomando la mano que tiene libre y envolviendo la con las mías.

─ Pidamos juntos el deseo ─ susurro mirándolo, él asiente 

─ Ahora ─ susurro y ambos nos miramos fijamente.

─ Deseo que tú seas mi primera vez, deseo que me ames tanto como yo te amo ─ pienso sin dejar de mirarlo. Él guía sus labios a mi frente depositando un beso. 

─ Espero que tú tengas razón y este deseo se cumpla devolviéndome la fé que perdí ─ susurra sobre mi frente depositando otro beso. 

─ Duramos una hora en el mirador. El doctor  decidió retirarnos ya que iba para la media noche y en unas horas continuaba la convención. 

─ Que descanses ─ se despidió frente a la puerta de mi  habitación en el hotel, besando nuevamente mi frente. Hoy parecía haberse acercado un poco más a mí, sonreí sintiéndome feliz por ese hecho. 

─ Igualmente doctor ─ musité entregándole su chaqueta  y buscando la tarjeta de la puerta, cuando la conseguí la introduje, él esperé que ingresara. 

─ Eran las ocho de la mañana cuando ya estábamos bajando al restaurante del hotel a desayunar. En una hora iniciaría la convención. Varios médicos estaban ya en el restaurante del hotel haciendo lo mismo. 

Cuando salimos del restaurante el doctor rodeó mi cintura con posesividad, ya parecía más exagerado que papi cuando nos cuidaba a Samantha y a mí. Nos acomodaron en el mismo lugar de ayer y la ponencia inició cinco minutos después. 

Me sorprendió cuando llamaron como ponente al doctor Noah, sentí una emoción llenar mi cuerpo y hasta puedo decir que me sentí sumamente orgullosa de tenerlo a mi lado, de que sea mi profesor y también mi guía en el hospital. 

─ Tú colaboración será el martes,  toma el día de mañana para descansar ─ mencionó el doctor despidiéndose en el frente de mi casa. 

─ Gracias por esta oportunidad doctor ─ susurré verdaderamente agradecida. 

─ En mi equipo de trabajo me gusta mantener personas preparadas, así que esta no será la única convención en la que estarás invitada o en cualquier Jornada médica que asista ─ expresó y no pude evitar ampliar mi sonrisa y sin pensarlo dos veces me lancé a su cuello abrazándolo. 

─ Gracias ─ volví a susurrar emocionada besando su mejilla.

─ Perdón ─ susurré retirándome inmediatamente. Bajé de su auto despidiéndome e ingresando en mi casa, saludé a mi familia emocionada. Mi tía Ivanna y mi padre me abrazaron orgullosos y mis hermanos también. 

─ Mi teléfono repicó con insistencia, entre el sueño lo tomé.

─ Aló ─ musité entre dormida 

─ Te paso buscando en una hora y no acepto excusas ─ gruñó Mariluz y me cortó la llamada.

Exactamente una hora después Mariluz, estaba tocando corneta como una desesperada frente a mi casa. 

─ Espera que saque mi auto. ─ le digo a mi desesperada amiga.

─ No hace falta yo te traigo ─ mencionó. Me despido de tía Ivanna, ya que es la única que está en la casa y me subo al automóvil  de Mariluz. 

─ Allá atrás hay una bolsa para tí ─ señala arrancando a toda velocidad su auto, muevo mi cuerpo atrapando la bolsa que está en el asiento trasero con curiosidad saco lo que contiene.

─ Mariluz, ─ me quejo sacando el traje de baño. 

─ Vamos a un día de playa, debo hablar contigo ─ menciona y yo la observo preocupada. 

─ Cuando llegamos a la playa hay varios chicos y chicas entre ellos Alexander, él se acerca abrazándome y besando mis mejillas.

─ Vamos a cambiarnos ─ me dice Mariluz, llevándome a la carpa que han abierto. 

─ ¿Qué tienes? ─ Le pregunto preocupada a mi amiga.

─ No voy a ir a tú cumpleaños ─ refiere y yo sonrío.

─ Mariluz, para eso faltan tres meses todavía ─ musito riéndome.

─ La hermana de Maurelio, se casa en esa fecha y él me a invitado para viajar y de una vez presentarme  ante su familia. ─ informa un poco nerviosa. Maurelio, es su novio y es más lo que discuten y se dejan que lo que están juntos.

─ Como que ahora sí va enserio ─ menciono observándola.

─ La verdad, no lo sé porque no me ha propuesto nada, pero el hecho de querer presentarme a su familia pienso que es un avance ─ menciona, pero la veo más nerviosa que contenta. 

─ Si te está pidiendo acompañarlo es porque quiere dar un gran paso, así que no te preocupes por mi cumpleaños ─ le digo abrazándola. 

El día con los chicos en la playa a estado genial, pero debo retirarme ya que mañana presto colaboración en el hospital. 

─ Siento que estás muy sugestionada con la agencia de festejos de tus tías y el hospital ─ masculló Alexander, al notar que me estaba negando  para continuar con ellos en un club. 

─ Ustedes también deberían preocuparse un poco por iniciar colaboración en un hospital para que no se les haga tan difícil cuando nos graduemos. ─ murmuré 

─ Yo soy una neofita y así continuaré ─ mencionó Mariluz.

─ Bueno chicos ustedes son los que van a estar perdidos en sus primeras consultas y primeros diagnósticos ─ les digo caminando hacia el auto de Mariluz. 

─ Buenos días  ─ saludan a mi espalda, giro mi rostro y saludo a Mésele. 

─ ¿Playita? ─ Pregunta sonriendo observando mi rostro un poco bronceado.

─ Ayer me invitaron a un día de playa ─ menciono buscando el ascensor del hospital.

─ Me hubieses llamado por teléfono y hasta los acompaño ─ menciona y yo sé a quien deseaba ver. Sonrío con sus palabras.

─ Será para la próxima vez ─ le indico y él asiente.

─ Voy para el Star de enfermería ─ musita cuando salimos del ascensor 

─ Y yo para el star de médicos ─ mencionó y ambos sonreímos. 

─ Buenos días, ─ dicen a nuestra espalda, los dos giramos y la mirada del doctor Noah, se cruza con la mía. Frunce el entrecejo al verme. 

─ Buenos días, doctor. ─ respondemos los dos.

─ Bueno me avisan cuando vuelvan a la playa ─ menciona Mésele y yo asiento antes de que él se dirija al pasillo que conduce al Star  de enfermería. 

─ ¿De playa con tus amigos? ─ Pregunta el doctor Noah.

─ Sí, con Mariluz y Alexander ─ menciono caminando, el doctor  aprieta la mandíbula y ambos nos observamos fijamente. 

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