La policía controló la situación rápidamente y el bar volvió a la normalidad en poco tiempo. Había muchos testigos y un video de la pelea, así que Silvia y Lucía solo tuvieron que declarar y acordar una compensación por los daños al dueño del bar antes de ser liberadas.
Al salir de la comisaría, vieron el coche de Martín estacionado frente a la puerta. Al verlas, Martín bajó la ventanilla y les hizo señas: — ¡Señoritas, suban!
A través de la ventanilla, Silvia pudo ver el perfil del hombre en el asiento trasero. Dudó un instante, pero Lucía ya la estaba arrastrando hacia el coche.
— ¡Qué suerte! ¡Ya me preocupaba cómo regresaríamos tan tarde! — Lucía se sentó en el asiento del copiloto, dejando a Silvia atrás.
Silvia abrió la puerta trasera y vio las largas piernas del hombre, los pantalones de tela cara de su traje impecablemente planchados. Su corazón dio un vuelco.
A diferencia de la vez anterior, en el coche de Martín sonaba música animada. Lucía cantaba y se movía al ritmo d