Silvia recogía diversos mariscos, estrellas de mar, cangrejos, y también encontró caracolas marinas.
Daniel caminó hacia Silvia llevando el balde con una mano, sus labios delgados se entreabrieron ligeramente.
—Extiende la mano.
—¿Qué? —Silvia lo miró confundida.
—Extiende la mano —Daniel repitió una vez más.
Silvia extendió su mano, lista para retirarla en cualquier momento.
Daniel cerró su puño y lo colocó sobre la palma de ella, algo frío y helado cayó en su mano.
Una concha.
—La encontré.
Silvia observó la concha, era rosada con ondas.
—Es hermosa —guardó la concha en su bolsillo.
A lo lejos, Vivian estaba contemplando el paisaje, y desde la distancia pudo ver a Daniel y Silvia juntos.
Los dos parados junto al mar, el resplandor del atardecer descendía poco a poco, el color naranja rojizo se derramaba sobre ambos. Recordó las hermosas descripciones de las novelas que había leído antes, así se veían Daniel y Silvia.
—¿Qué estás mirando, Vivi? —Lucía puso su mano en el hombro de Vivi