Ella era simplemente una profesora divorciada que trabajaba como consejera psicológica en la Universidad Santa Mónica.
De repente, sonrió con ironía. ¿Cuándo se había vuelto tan insegura? Antes era radiante y confiada, llena de vitalidad como Vivian, pero ahora...
Daniel se sentó, volvió a poner la manzana en su mano y la miró fijamente a los ojos: —Esto no es ningún juego. Hablo en serio. Pensé que podías sentirlo.
Su mirada ardía intensamente, quemando sus ojos: —Sisi, dime, ¿qué tipo de persona dices que eres?
Silvia se quedó sin palabras: —Yo...
—¿Qué tipo de persona eres? —Daniel seguía mirándola fijamente, como si quisiera quemar un agujero en su rostro.
Silvia con ironía: —Como dijo la madre de Carlos, una mujer divorciada con un historial vergonzoso.
Daniel negó con la cabeza, sus ojos emanando frialdad, con las pupilas fijas: —¿Estás de acuerdo con eso?
¿De acuerdo? ¿Por qué habría de estarlo?
Carlos era el hombre divorciado con un historial vergonzoso.
Este mundo siempre ha s