—¿Entonces él es tu esposo? No lo puedo creer, de verdad no lo puedo creer— observé como mi amiga negaba con la cabeza mientras seguía sentada a mi lado y parecía estar contraída completamente, algo que no sabía cómo indicarle que lo lamentaba, pues la verdad es que me sentía completamente apenada y que ella me tachara como aquella que arruinaba la felicidad de