Capítulo 33. Bebés, eso fue lo que pasó.
El suelo se movía.
Abrí mis párpados pesadamente y me saludó la semi oscuridad; aun me tardé algunos segundos para tranquilizar a mi corazón y convencer a mi cerebro de que no me encontraba en mi antigua celda.
Intente incorporarme sobre mis codos solo para descubrir que el suelo no era el que se movía, sino que yo era la que temblaba sin control.
Me eché un vistazo rápido y me horroricé al encontrarme cubierta de sangre. Revisé la muñeca que el señor Fred había cortado y encontré piel perfectamente lisa.
Miré a mi alrededor y encontré a unos pocos metros de mí una mochila y lo que parecía ser un trozo de papel sobresaliendo; me estiré para tratar de alcanzar la cosa pero mi cuerpo protestó de dolor.
-¿Dolerá un poquito? ¡Ja! – Exclamé miserablemente en la cueva vacía. - ¡¿Por qué no eres honesta y dices que desearé morir a cambio de tu pequeño regalo?!
No sé cuánto tiempo pasé maldiciendo, pero en algún punto la cueva se iluminó lo suficiente como para que no tuviera que forzar