¡Capítulo 5!

LA VERDAD: segunda parte.

Tomé asiento cuando él me lo indico y colocando mi mochila en el suelo lo mire con atención. Mientras Will lo hizo al frente con demasiada lentitud. Suspire y espere a que hablara, pero cuando no lo hizo comencé a impacientarme.

Mi mirada en él al parecer no causaba nada ya que solo me observaba mientras que uno de sus brazos reposaba cómodamente sobre el apoyabrazos y con la otra se acariciaba uno de sus labios.

Pestañee tratando de no quedarme más encantada de lo que estaba con esa imagen.

― Bien. ¿Me vas a decir o no? ― lo cuestione seriamente. Antes de que él pudiera hablar, entró una señora un poco mayor y sonrió al ver a Will.

― Mi niño, señorita. ― le sonrió a Will, gesto que él correspondió con cariño. Su mirada se posó en mí y su sonrisa se amplió. - ¿Van a querer algo? ― preguntó con evidente interés, esta vez mirando a Will. Él se había levantado y acercado a ella para envolverla con uno de sus largos brazos y sonreírle ampliamente. Luego me miró.

― Nana, ella es Melody. ― me presento. La señora se acercó mientras yo me levanté y la saludé tendiéndole una mano, gesto que ella aceptó.

― Mucho gustó.

― Soy Maggy, la nana de esté niño y el gusto es mío. ― dijo sonriendo mientras volvía al lado de Will. Sus palabras me hicieron ampliar mi sonrisa y enfoque al chico, el cual se rascaba la cabeza con evidente pena.

― Nana, ¿Puedes traernos algo para merendar? ― asintió con la cabeza y luego de preguntar exactamente que queríamos se retiró.

Al cerrarse la puerta, volvimos a quedarnos a solas y eso solo hizo que los nervios aumenten. Me sentía extraña a su alrededor. Me preocupaba porque lo había conocido hace solo algunas horas.

― Bien ¿Ahora me dirás? - pregunté mirando en dirección a Will y este me sonrió de lado.

― Tranquila ya te diré todo, solo espera a que Nana venga con la comida, muero de hambre. ― dijo mientras se sentaba en forma relajada. Rodee los ojos con impaciencia. Dios ¿Que tanta hambre podía tener? ¿Qué le costaba decirme y ya? No, él se tenía que hacer el misterioso.

Trató de hacer conversación, sin embargo mis nervios eran mayores y no presté mucha atención ¿Que era está ansiedad por irme? Yo misma había decidido venir ¿Por qué me sentía así?

Luego de que al menos había pasado una media hora, solo mirando por la ventana, Maggy al fin llegó con la comida, se trataba de varios sándwiches, jugo de naranja y dos trozos de pastel de chocolate.

Dios todo se veía tan rico.

Comenzamos a comer, la verdad no sabía que tenía tanta hambre, en la hora del almuerzo no había tenido tanta hambre.

Mientras esperábamos a la mujer, me había dedicado a ver un poco la sala donde estábamos, era bastante espaciosa, como todo en esta casa, pero lo que sin dudas se llevaba todo el protagonismo era el gran ventanal al fondo. Incluso había una pequeña biblioteca empotrada a la pared de color azul oscuro junto a unos cuantos adornos y detalles en las paredes. También había varias macetas grandes decoradas por plantas de helechos con hojas enormes que le daban al lugar algo más natural y no tan sobrio.

― Veo que te gusta mucho el chocolate. ― murmuró Will rompiendo el cómodo silencio luego de un tiempo.

― Si es mi favorito. ― contesté limpiando mi boca. ― ¿Me dirás o no? ― repuse ya bastante cansada de esperar.

Lo vi asentir, y luego de comerse el último bocado del pastel, contestó suavemente y viéndome con muchas dudas.

― Si, pero necesito que me acompañes a la biblioteca. ― dijo seriamente.

Me abstuve de reclamar el porque no fuimos a ese lugar desde el principio y sólo lo seguí.

Fuimos a la biblioteca luego de dejar los platos ordenados. El lugar era realmente hermoso, en el centro había una mesa circular enorme de una madera oscura cubierta por un vidrio, con varias sillas del mismo color. Tomé asiento observando todo con fascinación mientras Will iba por unos libros. No sabía el porqué de tanto secreto y tanta espera. Pero, ya mis nervios estaban en un punto donde cualquier cosa me sorprendía.

Mire a un lado viendo como Will volvía cargado con dos pares de enormes libros, uno más grande que él otro y lo ponía frente a mí.

― Bien, ¿Lista? - preguntó él mientras tomaba asiento.

Me miró mientras ojeaba uno de los enormes libros antiguos que había dejado sobre la mesa, esté tenía un gran lobo tallado en la tapa de manera majestuosa. Suspiro profundamente y solo asentí con la cabeza mirando embelesada el libro, él solo sonrió y siguió ojeando el enorme libro frente a mí.

Había unos dibujos y cosas escritas, la mayoría no lograba detallar desde la distancia en la que estaba, pero si los dibujos. Eran varios lobos aullando a la luna. Entre otras cosas.

¿Por qué me parecía que me quería contar una historia?

Levanté una ceja y coloque un codo sobre la mesa apoyando mi cabeza en la palma de mi mano, admirando la paciencia que se cargaba el chico frente a mí.

― Primero, si algo no entiendes o quieres que pare solo dímelo ¿Sí? - pregunto mientras me miraba directamente a los ojos y con una seriedad que no había visto hasta ahora.

Asentí.

― Si, está bien.

― Segundo, ¿Recuerdas el favor que te pedí hoy? ― asentí. Me hizo prometer que no me iba a asustar o algo por el estilo.

― Si lo recuerdo Will, pero ¿A qué viene todo esto? - señalé el libro. Ya comenzaba a perder la poca paciencia que me cargaba.

― Mel, necesito que sepas, que si te digo todo esto es porque de verdad es importante que lo entiendas y que no te vayas a escapar o espantar. ― volví a asentir. Aunque no entendía nada. ― Bien. Diosa — suspiró y giró un poco su cabeza para aliviar algo de tensión en su cuello, luego sonrió. Lo observé intrigadisima ¿Había dicho diosa? ― ¿Sabes algo de las historias de los hombres lobos? ― preguntó observando cada detalle de mi rostro. Fruncí levemente el ceño. ¿Y eso qué tiene que ver?

Asentí con duda mientras me acomodaba en la silla sin dejar de prestarle atención

― Sí he leído muchas leyendas, entre otras cosas, pero, ¿Y eso qué?

― Bien, pues...― me miro directamente a los ojos dejándome fuera de juego por un instante. Dios, pero que ojos. Agite mi cabeza tratando de alejar cualquier pensamiento de más. Concéntrate por dios, me recriminé. —¿Qué dirías si te dijera que todo eso no son solo leyendas, bueno la mayoría sí, pero no todas? — pregunto con duda. Casi me da un ataque de risa, pero al ver como no lo decía en modo broma y su semblante serio no cambió. Me aguante. Negué.

― ¿Que estás loco? — ironice levantando una de mis cejas.

― Puede que un poco Mel, sin embargo, eso es algo aparte. Lo que te digo es de verdad. — contesto con algo de diversión. Abrí grande mis ojos. No sé si era por la forma en la que lo decía o qué, pero una parte muy pequeña de mí comenzaba a creerle.

¿Eso me hacía loca? Era probable.

Loca de mí.

Eso es más que seguro.

Aunque en este pueblo estaban pasando muchas cosas raras. Volví de mis pensamientos cuando me di cuenta que me lo quedé mirando demasiado tiempo. Me aclaré la garganta, mientras adoptaba una pose de más comodidad.

― No me digas. ¿Tú eres uno? ― pregunte en forma burlona. El desvío su mirada y asintió. Lo miré incrédula y algo de risa. ― ¿Enserio Will? ― dije finalmente en un suspiro. Esto era más parecido a una broma muy, muy pesada. ― ¿No me digas que yo soy...―cerré fuerte mis ojos al ver a donde iba todo esto. ― y yo soy tu elegida? ― pregunte mientras lo observaba con atención. La verdad esto se está yendo al caño. Solo asintió.

No jodas.

Me levanté y comencé a caminar por la biblioteca dando círculos y queriendo reír histéricamente. Él seguía sentado y me miraba bastante serio.

― Explícame. ― demande sin mirarlo. Esto ya se estaba pasando de chiste malo a muy malo.

― Mel... ― repuso en un susurro mientras se levantaba y se acercaba a mí. No retrocedí. No me daba miedo, no sé porqué, pero él no me lo causaba.

Había algo de él que me gustaba, su aroma era algo sumamente delicioso y me traía loca. Si, tal vez lo conozca hace algunas horas, pero era algo que me descoloca. Tiene ese no sé qué, que te llama.

Ja. Loca.

Tomó mis manos y me miró a los ojos con suplicación..

— Tú eres la elegida de la Luna, para mí. — explicó en un susurro.

Mientras yo solo estaba perdida en esos hermosos ojos, que te hacían perder el suelo, me observaban expectantes a mi reacción. Ahora que lo tenía mucho más cerca, pude ver con más atención sus facciones. Labios rosas y muy apetecibles, cejas perfectas, piel tersa, sin ninguna imperfección, algunos pequeños lunares en algunas partes de su rostro y estaba salpicado por imperceptibles pecas. Dios que chico. Es el típico chico moja bragas. Aleje aquellos pensamientos impuros.

— La elegida de la Luna. — repetí con lentitud, por fin pude conectar mí cerebro con mí lengua.

— Sí, mi pareja destinada, no sabes el tiempo que te estuve esperando Mel. — formuló apoyando su frente con la mía. No sé porqué, pero en sus ojos no veía que me estuviera mintiendo. — Años buscando, Mel, ya estaba perdiendo la esperanza. — expresó con pesar. Me abrazó, al principio no correspondí, pero después puse mis manos en su cintura con lentitud y algo de sorpresa. Pero mi cuerpo correspondió solo, como nunca antes me sentí cómoda en brazos de alguien más. Cerré los ojos, al sentir su calidez y su aroma tan cerca de mí.

— Eres un... — dudé, ni siquiera sabía cómo decirlo. — Hombre lobo. — afirmé. Escondí mi cabeza en su pecho sintiendo con más fuerza su perfume. Su corazón latía con mucha rapidez y estaba algo agitado.

— Si Mel, pero en realidad se dice cambiaformas, pero hombre lobo está bien. — me corrigió. Reí por lo bajo, me separé de él, aún con sus manos alrededor de mí.

— ¿no te asusta?  — pregunto con duda en sus ojos. Negué, porque era cierto, no me asustaba, todo lo contrario, me llamaba mucho la atención todo esto. También estaba un poco descolocada por todo lo que estaba pasando. Por como me estaba sintiendo.

— No Will, no me asusta. — sinceré. Él sonrió y volvió a abrazarme.

— Diosa. Gracias mí Luna. — susurro con alivio. Sonreí al escucharlo decir eso.

— ¿Y ahora que Will? — pregunte y me aleje de él un poco para mirarlo a los ojos.

— Quiero que vivas conmigo. — soltó de pronto. Eso sí me tomó por sorpresa. Me solté de sus brazos y me alejé de él.

— No Will, eso no. — declaré. Él me miró sorprendido por mi respuesta. Y retrocedió unos pasos como si mis palabras lo hubieran tomado por sorpresa. — Necesito tiempo para poder procesar todo esto. — mencione en un murmullo. Él solo me observaba sin decir nada. — Te dije que esto no me asustaba, pero eso de venir a vivir aquí contigo es algo que necesito pensar al menos, Will. Esto es algo nuevo, pero de verdad te prometo que lo voy a pensar. — me apresure a aclarar cuando vi la decepción surcar sus ojos.

Suspiró y asintió. Pensé que se iba a poner como loco por mí respuesta. Pero por suerte no fue así.

— Está bien Mel, te daré tiempo, pero al menos permíteme estar contigo. — pidió en medio de un suspiro. Lo mire a los ojos, y vi muchas cosas en ellos, miedo, miedo a que me aleje.

— No se Will, necesito pensar con la cabeza fría todo esto, pero también entiendo que necesitas estar conmigo ¿No es así? — pregunte con duda. Asintió. — ¿Es algo de ustedes no? — volvió a asentir. Suspire. — Esto es demasiado para mí. — formule en voz baja. Bajé la mirada. Esto es algo que no me esperaba al venir a este pueblo.

Muchas cosas malas habían pasado en mi vida como para que también esto me estuviera pasando. Pero si es lo que la diosa luna tiene para mí tal vez y sólo tal vez no es tan malo.

Muchas veces me pregunté si nos guía el destino o solo es algo que nos llega en un momento donde solo son pruebas que a veces uno pensaría que no vas a pasar. Pero cuando ves hacia atrás te das cuenta que ya lo conseguiste.

Las pruebas no son para cualquiera.

Son para las personas que son muy fuertes y están ahí para poder demostrarte que si eres lo suficientemente capaz de lograrlo.

Jamás cuestiones las pruebas de la vida. No siempre te llegan en momentos fáciles, pero para eso están. Para hacerte ver cuán fuerte puedes llegar a ser. Cuán capaz eres de reaccionar ante una situación fuera de tus límites.

Nunca bajes los brazos ni mucho menos la cabeza ante nada ni nadie. Jamás dejes que un tropiezo en el camino te tiré. Y si lo hace levántate como la puta reina que sos o el puto rey que sos.

Nadie en este mundo es mejor que nadie.

Nadie tiene el derecho de hacerte menos.

NADIE.

Solo tú eres la persona que se va a levantar. Nadie lo hará por ti.

Sí no lo haces tú ¿Quién lo hará?

Es mejor pensar siempre con la cabeza, aunque muchas veces siempre hacemos lo que nos sale en ese momento y muchas veces nuestras reacciones nos llevan a cometer muchas estupideces aún así no hay que bajar la cabeza. Corrige tus errores y mucho más importante aprende de ellos.

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