Cap. 3 ¿De repente recordó todo?

Estaba muda, la había sorprendido y él insistió en preguntar:

—¿Hablaba con su novio?

Reaccionó.

—¿Novio?—rio nerviosa—no tengo novio, es un familiar mío, solo eso.

—¿Sucede algo?

—No…

—¿Está segura de que no nos conocemos?

Esa m*****a pregunta y ella sin poder responderle: Claro, tal vez seas el padre de mi hijo. Entonces balbuceó:

—Yo… No, para nada…

—Ok, deseo que vaya al curso para que pueda aprender todo.

Su corazón retumbaba en su interior, no sabía cómo iba a salir de esa situación, es más, no tenía ni idea de qué hacer ante esa situación, jamás pensó que el hombre de esa noche ahora fuera su jefe, ¿y si se acordaba de ella? Dios mío, no podía dejar que eso pase y necesitaba el empleo, era para tirarse a llorar en esos momentos.

El pequeño Bruno miraba la comida que su madre le había dejado, era carne, ensalada y arroz, no le gustaba, él deseaba otra cosa, pero tenía prohibido usar la cocina, otra cosa era el microondas.

Le dijo a su niñera:

—Hable con mi mami y dijo que podía hacer una salsa de queso en el microondas.

—Bueno…

Fue a la cocina y sacó leche de la refrigeradora y un sobre de salsa de queso y lo mezcló, luego al microondas y esperó, luego salió la salsa y la llevó hacia la mesa y bañó las legumbres con esa salsa:

—Con salsa de queso todo sabe bien.

Comía con deleite su plato.

La mente de Dafne estaba dividida entre lo que le enseñaban y lo descubierto, cabía una posibilidad de que no sea cierto, que tal vez su mente le jugara una mala broma.

Tal vez el sujeto de esa noche usaba ese mismo tipo de colonia y eso era todo una mala asociación de recuerdos… Lo de la cadena, podía ser una moda, algo más. Aunque su voz la estremecía, era un tono que hacía vibrar lo más hondo de su ser.

Sacudió su cabeza y se concentró en empaparse de todo lo que la familia Montessori había logrado en 40 años en el país, era todo un lujo y degustar las comidas era otro.

—Estos embutidos, están sabrosos.

—Son la especialidad de la familia, es una receta única—explicó el chef.

El vino era otra cosa, bebió tan solo un poco y sintió tan rico en su boca.

—Me encanta.

—Debes de estar atenta a todo, mañana debes hacer un recorrido por uno de los restaurantes en donde te explicarán todos los detalles.

Sonrió, era el trabajo más importante de su vida y además el más inquietante, si lo conservaba su situación económica mejoraría, tal vez hasta podía cambiarse de departamento por uno más céntrico y amplio y solo tal vez… El padre tan soñado para Bruno estaba cerca.

Esa noche, abrazando el catálogo para estudio y un sanduche de jamón ahumado y una salsa especial para su hijo, llegó a casa. Lo encontró viendo televisión.

—Bruno, mi amor.

—Mami—dijo entusiasmado.

Lo abrazó con fuerza, en ese momento era lo que su corazón más quería y le dijo:

—Te traje un rico sanduche de donde trabajo.

Él tomó el envase y lo abrió, luego olió, eso le pareció extraño y le preguntó:

—¿Qué es eso Bruno?

—Los chefs de la tele hacen eso, es para poder fijar olores y aromas.

Ella rio a lo tonto y le dijo:

—Pero tú no eres un chef, querido.

—Quiero ser uno…

Eso llamó su atención y lo vio comer un bocado y quedarse pensativo.

—¿Por qué deseas ser un chef?

Bruno la miró con sus ojos verdes intensos… Dios mío, tenía el color de ojos de ese hombre.

—Es lo que me gusta, hoy me comí los vegetales con una salsa de queso, eso me gusta, creo que se puede comer cualquier cosa con una salsa de queso.

—¿Te gustó el sanduche?

—Sí, es exquisito.

Podía ver sus mejillas sonrosadas, su hijo era su mayor bendición y no quería que nada lo afectase.

¡Qué día! Ahora tenía que solucionar lo del seguro, se contactó con el asegurador y le dio los datos de Montessori. Iba a andar sin auto una semana, ni más ni menos.

Bruno miraba el catálogo con suma atención y de cuando en cuando mordía su sanduche, había la imagen de un chef presentando un plato que se juzgaba delicioso. Siempre le impresionaron los hombres con ese sombrero blanco, es más, se soñaba usando uno y presentando una rica comida a todos.

Cuando salió lo encontró bastante absorto mirando el folleto:

—Tengo que estudiar eso y aprendérmelo de memoria.

—¿Esto lo hacen tus jefes?

—Sí y son muy profesionales.

Bruno la miró con sus ojitos verdes y preguntó:

—¿Cuándo crezca puedo ser Chef?

Era toda una pregunta y le respondió:

—Claro, cuando crezcas podrás ser lo que desees.

Bruno sonrió emocionado y lo llevó a cambiarse para dormir.

—Creo que a mi papá le debe gustar la cocina.

Eso sorprendió a Dafne.

—¿Por qué piensas eso?

—Me encanta, me gusta mucho…

Dafne sonrió y lo hizo recostarse y entonces le comentó:

—Sea lo que sea que le guste a tu padre, si tú lo tienes es maravilloso.

Contemplar a su hijo dormir en tanta paz sin saber lo que lo rodeaba era complicado, se recostó a mirar el techo y pensar en esa noche, tenía que recordar algo más…

Bebió algunos cocteles, se sentía la reina del mundo, su primer reinado, en ese momento era como una diosa que había llegado a lo alto y… No recordaba del todo, era confuso… Luego se saltaba su mente a la puerta de la habitación, a los besos de ese sujeto con la nube en su rostro, su voz… Su premura por tocarla y conseguirla… Luego la rosa… La cadena en el piso, cerca de su zapato de taco. No, no podía sacarlo del todo.

Lauren estaba revisando su móvil cuando pensó en la chica nueva, la relajosa, esa… Era raro, sentía que la conocía, normalmente para él todas las mujeres eran iguales, ahora esta tenía un bello cabello negro y un cuerpo de dar mil vueltas, perfecto.

Sus ojos grises tenían una mirada culpable… Eso lo cautivaba y además se ponía nerviosa a su lado, eso también le gustaba, pero sentía que la conocía, aunque no sabía de dónde.

Giacomo lo llamó en ese momento:

—Hola, ¿todo bien?

—Sí, todo…

—Papá te llamó, ¿verdad?

—Sí, me dio un ultimátum sobre el tema…

—¿No has visto las redes sociales?

—No…

—Esa novia tuya dice pestes de ti y papá está muy molesto.

Él revisó y Celia lo acusaba de ególatra, de aprovechado y otras cosas más de grueso calibre.

—Rayos…

—Escucha, sé que es tu vida, pero… Es la imagen de la familia, haz lo que nuestro padre dice y formaliza con alguien.

Cómo si fuera fácil aquello.

—Escucha, no es tan fácil.

—Tienes tres meses para conseguirlo.

—¿Consideras que en tres meses encontraré una futura esposa?

—Hermano, has tenido seis años para saber lo que quieres… Estimo que debes pensar en lo mejor.

Cerró sus ojos y maldijo su suerte, entonces juzgó que debía hacer algo para engañar a su padre y a toda la familia. Llamó a Dante, su mejor amigo.

—Dante, necesito tu consejo…

—Bien, para qué soy bueno.

—Debo conseguir una novia oficial para dentro de tres meses y casarme.

Eso sí era todo un plan.

—Escucha mujeres dispuestas a casarse, hay miles, ahora que te agraden muy pocas.

—Dame una idea…

—Es que…

—Piensa por mí…

Dante entonces le dijo lo primero que se le ocurrió al ver a su esposa devorando un libro romántico:

—Un matrimonio contractual.

—¿Eso en qué me convendría?

—Bueno, tú pones las reglas con la persona y ella mediante ese contrato firmado las obedecería.

—Entiendo…

—Es una gran ventaja, el personaje del libro que lee mi esposa hizo eso con la chica.

—Entiendo… yo tendría el control.

—Así es…

—Gracias por todo.

Ahora tenía que armar un documento en donde estaría estipulado todo lo que esperaba de esa relación.

Entonces…

Lo bueno de ir en taxi es que le daba tiempo de poder estudiar los productos con suma atención.

Livana Montessori había ganado premios por sus postres, Giacomo el segundo había ganado premios a la excelencia en creación de las mejores salsas para carnes y otros por el vino de la familia. Entonces pensó en Lauren, no se decía de él nada, solo salía en las fotos de la familia.

Cuando llegó entró con el folleto y se encontró con Nicole que estaba contenta.

—Hola, querida, ¿cómo te va?

—Genial, estoy estudiando todo esto y espero poder estar lista para todo.

—Esa es la actitud…

Vieron llegar a Lauren y este se acercó a ellas:

—Señora, ¿lista para la jornada?

Asintió un poco nerviosa:

—Iremos a supervisar uno de los restaurantes para que te familiarices con lo que deseo.

Salieron en su auto, era otro auto por supuesto, deportivo y caro, no decía nada, eso la tenía incómoda y restregaba sus manos nerviosas sin saber qué decir.

—No estés nerviosa, no muerdo…

—No estoy nerviosa—mintió.

Entonces Lauren dijo de pronto:

—Ya sé de dónde te recuerdo…

La mirada de Dafne era de terror absoluto, Dios mío, ¡se había acordado de todo!

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