Por la tarde.
Jay y Angeline habían realizado una tarea importante.
Jay había pensado en nuevos y hermosos nombres para las hermanas de la división de inteligencia militar. Sin embargo, debido a que no estaban seguros de si estas chicas se quedarían con ellos por mucho tiempo, los nombres se habían sellado temporalmente.
Él y Zayne también habían sacado las piedras preciosas, ya que habían decidido hacer de cada una de ellas un collar de gemas conmemorativo único.
Angeline y Josie estaban en el sofá con sus teléfonos. Intentaban elegir la ropa y las necesidades diarias adecuadas para las edades de las hermanas.
Jay temía que Angeline se resfriara, así que le ordenó a Zayne: “Tráele una manta”.
Zayne se puso de pie y caminó hacia el dormitorio, pero su boca no se quedó en silencio. “Las mujeres de otros hogares están todas ocupadas en sus pasillos y cocina. Son capaces de hacer todo. Pero las señoras de nuestra casa son perezosas, como cerdos. Se acuestan inmediatamente después de