Wilbur Lee no solo estaba sufriendo una gran crisis por la situación, sino que Layne Naiswell y los demás también se estaban poniendo terriblemente ansiosos.

Sabían que su reputación quedaría arruinada si no rectificaban inmediatamente la situación.

Después de todo, en un lugar de artes marciales como Flutwell, decepcionar a los demás después de haberles dado esperanzas causaría un desastre.

Wilbur no tuvo más remedio que pedir más comida de restaurante mientras conseguía que Layne y los demás enseñaran algo para calmar a todos.

De lo contrario, todo lo que hicieran ese día se convertiría en un gran chiste.

En ese momento, una docena de personas que parecían guardaespaldas aparecieron y apartaron a la multitud.

Un joven pálido con lujosos artículos cubriendo todo su cuerpo se acercó. El hombre tosía de vez en cuando mientras se acercaba.

“Instructora Naiswell, mi nombre es Aldo John. Visité el Salón Marcial unas cuantas veces mientras usted era la instructora principal. Quería q