Aritz recordó que cuando aquellos reporteros corrieron a asediarlos a él y a Luna, Guadalupe estaba de pie, mirándolo fríamente con los labios apretados.
Era como si ella estuviera viendo una farsa.
Aritz odiaba esa mirada, ya que estaba llena de burla y desprecio.
Al recordar esa mirada, Aritz se sintió un poco agitado.
Se sentía muy incómodo como si tuviese una suave espina en el corazón que no podía encontrar, y que tampoco podía ignorar.
Le disgustaba mucho esa sensación.
Aritz tomó un cigarrillo, se reclinó contra la ventana y lo encendió lentamente.
El olor a nicotina lo calmó un poco, pero no por mucho tiempo.
Apartó el cigarrillo a medio consumir y se alejó del hotel.
El coche se alejó a toda velocidad por el camino.
Sin embargo, Aritz sintió que algo no andaba bien despu&eac