--- Dominik Müller ---
Luego de la reunión salgo de la sala de juntas, me dirijo a mi oficina, al entrar, veo a mí Ana y Tom trabajando como si nada hubiese ocurrido.
Al verla sonrió, Ana, sin saberlo, podía calmar la ansiedad que mi familia me provocó.
- Tom, ¿Puedes dejarnos solos? – Dije al entrar.
- Sí, señor… Con su permiso. – Dijo Tom, intuyendo que necesitaba un momento a solas con ella.
Una vez que él se retiró, caminó hacia donde está Ana, ella se había levantado de su escritorio, y, por alguna razón, la cargó y la besó. Casi quiero comerla en el proceso, adoro sentir la calidez de su cuerpo, adoro olfatear su perfume, me gusta sentir mis labios pegados a los suyos, la suelto hasta que siento que le falta el aliento.
- ¿Cómo te fue? – Pregunta Ana tratando de recuperar el aliento.
- ¡Bien! ¡Todo bien! Como cada año… Lamento mucho la actitud que mi madre tomó contigo. – Le digo tratando de disculparme.
- Sabía que no le agrado, ¿Verdad? – Dice ella mirándome a los ojos.
- Mi ma