Jaime tomó un sorbo de su bebida y miró a Julio, quien se había acomodado justo en frente.
—He venido a comer. ¿Qué otra razón podría haber?
—Si María te viera, a lo mejor no pensaría lo mismo —replicó Julio, poniendo los ojos en blanco. A María le molestaba un montón que Jaime la estuviera vigilando todo el tiempo, pero él parecía incapaz de controlarse.
Jaime frunció el ceño ante ese comentario.
—¿Qué andáis tramando Sofía y tú? ¿Me estáis desafiando a propósito?
Hasta un tonto notaría lo que estaban tratando de hacer.
—Te estás preocupando demasiado. He quedado con Juan para ver si podríamos trabajar juntos. Lo que ocurra entre él y María, no es asunto mío —replicó Julio.
Antes de que Jaime pudiera responder, continuó:
—Aunque, en lo que respecta a Sofía, eso es problema suyo.
—¿Eso es problema suyo? —Jaime se burló—. Es toda una entrometida. ¿Qué tiene que ver mi relación con María con ella?
—Ella y María son uña y carne. ¿Por qué no sería problema suyo? —preguntó Julio.
Jaime q