Después de llevar a Mercedes de regreso al hospital y asegurarse de que estaba bien, Sofía abandonó la planta. Ya era hora de salir del trabajo y esa noche tenía una cita para cenar con María, Juan y Julio. Había planeado ser puntual, así que no podía permitirse llegar tarde.
Se apresuró a recoger sus cosas y salió del hospital. Julio ya estaba esperándola en la entrada.
—Doctora López, suba al carro, por favor —dijo Julio, llamándola así a propósito.
Sofía lo miró, pero no hizo ningún comentario.
—Vamos al restaurante.
—De acuerdo. —Julio asintió y abrió la puerta del pasajero para Sofía antes de ocupar el asiento del conductor.
El carro arrancó y los dos se alejaron del hospital.
Mientras tanto, al otro lado de la entrada del hospital, Diego estaba en su auto, mirando en la dirección en la que Sofía y Julio se habían ido. Permaneció allí durante mucho tiempo sin moverse.
—Mario, esta vez hemos sufrido grandes pérdidas. Casi no queda nadie del grupo que trajimos desde el extranjero.