—¿Tanta confianza tienes? —preguntó Sofía.
Sí, en ese momento habían salido ilesos, pero ¿quién sabía si la suerte estaría de su lado la próxima vez?
Les sirvieron la comida y Julio a su vez sirvió inmediatamente sopa a Sofía. Le dijo:
—Toma. Hablaremos mientras comemos.
Sofía picoteó hambrienta, ya que no había comido nada por lo sucedido antes.
—Si nos preparamos bien, lo único que nos faltará será la suerte —la tranquilizó Julio—. Como esta vez. Por precaria que fuera la situación, todos teníamos preparadas copias de seguridad, lo que minimizó las amenazas.
Sofía hizo que Jaime se pusiera en contacto con la comisaría mientras Julio hacía que Alejandro trajera refuerzos; en parte por eso habían salido vivos.
—Dices eso, pero no es que las cosas vayan siempre según lo previsto.
¿Y si no le hubiera dicho a Jaime que llamara a la policía? ¿O si Ernesto hubiera decidido apretar el gatillo?
Julio le dijo suavemente:
—No te preocupes, Sofía. La próxima vez no correrás peligro.
No dejar