Al escuchar eso, Diego arqueó una ceja.
—¿Ah, en serio? Genial. Yo también pensaba que no acosarías a Sofía.
—Señor Paredes, tiene usted una imaginación desbordante —se burló Julio y se marchó, sin intenciones de seguir hablando con él. Diego sonrió al verlo y se dirigió al despacho de Sofía.
Era casi mediodía y Sofía ya había concluido la atención de todos los pacientes de la mañana. Al verle, le dijo:
—Diego, ¡qué oportunidad! Estoy a punto de salir del trabajo.
—Qué bien. ¿Comemos juntos? —Él sonrió y ella asintió.
Lo llevó a la cafetería. Él tenía una actitud muy distinta a cuando cenaba con Eric Montoya. A Diego no le importaba la comida de la cafetería mientras estuviera con Sofía.
Al mediodía, gran parte del personal del hospital que no era muy cercano a Sofía estaba en la cafetería. La reconocieron y miraron a Sofía y a Diego con curiosidad, cuestionándose su relación.
Sofía ignoró las miradas a su alrededor y buscó una mesa con Diego. Mientras tanto, Eric los observaba con ho