De repente, se le ocurrió algo y un atisbo de sonrisa apareció en su sombrío rostro.
Sin embargo, su sonrisa era algo escalofriante. Se levantó de la cama del hospital, salió de la sala y se dirigió directamente a la enfermería.
—Perdone, ¿puede decirme en qué planta se encuentra Amalia Sánchez? —preguntó sonriente a la enfermera de guardia.
Su rostro lastimado le daba un aspecto especialmente compungido.
Todas las enfermeras sabían por qué la habían ingresado en el hospital, y no pudieron evitar sentir un poco de simpatía hacia ella.
—Está en la habitación 308 del tercer piso.
—Vale, gracias —dijo Daniela.
Luego se dio la vuelta y se dirigió hacia el tercer piso.
Amalia era la hermana pequeña de José.
Cuando José había prometido ayudar a Daniela a lidiar con Sofía, su condición era que ella desembolsara el dinero para salvar la vida de Amalia.
En aquel momento, solo había pagado un depósito.
A decir verdad, ni siquiera estaba segura de si Amalia seguía viva. Como seguía en