Julio ya esperaba en la puerta cuando Sofía llegó al bar.
—Sabía que no tendrías el corazón para dejarme aquí solo.
Sonrió, caminando hacia ella. Agarró el bolso de Sofía y la llevó dentro.
—No seas tan arrogante. Vengo a vigilarte para que no vayas a mis espaldas. Sofía siguió a Julio mientras se dirigían al segundo piso.
Julio no se enfadó por su comentario. En lugar de eso, asintió con la cabeza.
—Está bien. Necesito a alguien que me vigile.
Si Sofía no hubiera venido, sus amigos le habrían conseguido acompañantes. Aunque no estaba interesado, se sentiría incómodo con extrañas sentadas a su lado. Afortunadamente, ella apareció.
Cuando abrieron la puerta del salón privado, todos los que estaban dentro los miraron. Julio hizo pasar a Sofía y la presentó como su novia. El grupo se rió y la saludó. Sofía sonrió y les devolvió el saludo.
Julio presentó a cada uno de ellos por turno.
—De izquierda a derecha, son Andrés Vargas, Carlos Mendoza y Sebastián Ruiz. Los conozco