Julio estaba a punto de hablar, pero Dante lo interrumpió:
—No puedo decirlo. Acordamos no decirle nada a nadie hasta que todo se resuelva.
—Está bien —dijo Julio, pero se acercó a Sofía y le susurró al oído en voz baja—: Te lo diré en secreto cuando él no esté.
—De acuerdo. —Sofía se cubrió la boca y rio suavemente.
Dante, que estaba enfrente de ellos, los miró con enojo:
—¡No creas que no escuché eso!
Sofía sonrió. Encontraba divertida la reacción de Dante.
En ese momento, Sofia vio que Yolanda se acercaba a la mesa. Habló rápidamente:
—No importa cómo hayas sido antes, si has decidido perseguir a Yolanda, debes dejar de lado todas tus coqueteos anteriores.Dante, Yolanda no es como esas mujeres tuyas. Si te atreves a lastimarla, no te lo perdonaré.
Al escuchar esto, Dante la miró de reojo y le dijo:
—A tu corta edad, ¿por qué te gusta dar sermones?
—¡Dante! —Sofía se enfadó un poco.
—De acuerdo, de acuerdo, lo entiendo. —Dante apretó los labios y susurró—: No estoy bromeando.
Dante