Sofía conocía el código de acceso a la villa de Antonio, así que entró directamente.
Francisco y Antonio estaban allí. Se sorprendieron al verla, pero luego sus expresiones cambiaron. Francisco estaba contento. Caminó hacia Sofía y le dijo:
—Sofía, ¿por qué llegas tan tarde? ¿Me extrañaste?
Antonio también se acercó a ella, pero no parecía tan contento. De hecho, parecía un poco inquieto.
Sofía no dijo nada. Francisco intuyó que algo iba mal y se puso serio.
—¿Qué pasa? ¿Ha pasado algo?
Sofía sacudió la cabeza y dijo:
—Francisco, ¿por qué no duermes temprano esta noche? Tengo algo que decirle a Antonio.
Francisco parecía haber adivinado lo que estaba pasando, y su rostro se volvió amargo.
—De acuerdo. Llámame si pasa algo.
Se dio la vuelta y subió las escaleras, sin olvidarse de fulminar con la mirada a Antonio antes de marcharse.
Antonio solo pudo sonreír amargamente. La razón de Sofía para venir estaba muy clara.
Francisco desapareció rápidamente, dejándolos sol