Las dos mujeres caminaban de la mano por el centro comercial, charlando sobre los recientes acontecimientos en la vida de Sofía. Al enterarse de todo, María no pudo evitar maldecir: —¡Diego ha ido demasiado lejos! No puede pensar seriamente que así te retendría, ¿verdad?
Como amiga de muchos años de Sofía, María sabía muy bien que, aunque Sofía no encontrara una manera de escapar de Diego a corto plazo, nunca se sometería a él. Sofía sonrió con amargura. No podía saber qué pasaba por la mente de Diego, pero suponía que, después de tantos años sin verse, él ya no la conocía realmente.
—¿Y qué pasa con Julio? ¿No será que aceptaste estar con él solo porque te salvó, verdad?— María sabía que Sofía no era impulsiva. Si hubiera sido por gratitud, ya estaría con Diego desde hace tiempo.
Sofía se quedó en silencio por un momento antes de responder:
—Mi relación con Julio fue algo natural. Si no hubiera sido por lo de Diego, tal vez ya estaríamos juntos.
María no veía nada malo en que estuvie