Julio no se sorprendió. Era de esperar.
—Hay muchas familias en DF y muchas de ellas tienen en el punto de mira a los César. Nunca antes habían tenido la oportunidad de atacar, pero ahora sí. Por supuesto, tendrían que derribarlos a patadas. Esperaremos. Mientras Ernesto no piense en un plan rápidamente, esa gente sólo se volverá más agresiva, y los César acabarán siendo destruidos. Cuando llegue ese momento, puede que incluso estén en quiebra.
Al fin y al cabo, los César no hacían un trabajo limpio.
—¿Y si Ernesto prefiere dejar que destruyan a los César en vez de buscar tu ayuda? —Alejandro sabía que el objetivo final de Julio era heredar la familia y temía que Ernesto se pusiera terco.
Julio se burló, nada preocupado.
—Relájate. Él nunca se quedaría de brazos cruzados si eso pasara. —Julio sabía cuánto valoraba Ernesto a los César.
Esa era la razón por la que Julio estaba seguro de que se convertiría en la última esperanza de Ernesto.
—De acuerdo. —Alejandro no albergaba dudas. Conf