Abrí mis ojos de golpe y todo lo que observé frente a mí fueron unas malditas paredes de color blanco, aparatos de distintos tamaños y una ultra venosa en mi brazo derecho y al girar mi rostro hacia la derecha los ojos de una enfermera dieron a los míos.
─Hola Gia ¿Cómo te sientes? ─preguntó.
─¿Se supone que tengo que responder que bien?
─ Te has levantado con un buen humor ─soltó una risita y ni siquiera entendí por qué lo hizo.
─Me he despertado con ganas de decapitar a una persona, pero no entremos en detalles ─respondí.
Dirigí mi mirada a mi abdomen y levanté un poco el dobladillo de mi camisa de hospital para observar a un costado de esté una enorme venda.
─Sacamos dos balas