—Es aquí— abrí la puerta dejando ver el sin fin de computadoras que tenía el aula.
—Bien— sacó una pluma y palomeo la sala de cómputo del mapa.
—Este colegio sí que es enorme— miraba los alrededores.
—Demasiado diría yo.
Sonó de nuevo la campana, ya era hora de regresar a clases, fui rápido a mi casillero por mis libros y me dirigí a el salón.
—Bien aquí te dejo— So