Capítulo 6
Al volver a casa, Lucía planea acelerar el proceso de mudanza.

Pero como su pierna aún no se había curado por completo y le cuesta moverse, decidió contratar una empresa de mudanzas.

Cajas grandes y pequeñas llenaban la sala, mientras las trabajadoras empacaban y transportaban cosas sin parar con la puerta abierta.

Cuando Felipe llegó y vio esto, preguntó de inmediato qué estaba pasando.

Lucía le dio la explicación que ya tenía preparada: "El departamento nuevo ya está listo, cómo está cerca de tu trabajo, sería más conveniente que mudarnos allí".

Recordando el contrato de propiedad que habían firmado antes, Felipe asintió.

Después de cambiarse de zapatos, se sentó en el sofá y, mientras recordaba la distribución de aquel departamento, charló con ella sobre cosas triviales.

"¿No te gustaban las flores?, ¿Qué dar si dejamos libre el balcón del este para que plantes?"

Después de unos segundos de silencio, Lucía respondió suavemente:

"No hace falta, ya dejé ese hobby".

Felipe miró al jarrón de lirios frescos sobre la mesa, sintiendo que ella no decía toda la verdad.

Estaba a punto de insistir, pero de revente notó que los trabajadores estaban empacando sus pertenencias, así que cambió de tema.

"¿Por qué solo están empacando mis cosas? ¿Y las tuyas?"

“Ya las llevaron.”

Al escuchar su respuesta rápida, Felipe asumió que se refería a que ya las habían trasladado a la casa nueva, así que no preguntó más.

Se levantó a coger un vaso de agua y dio algunas instrucciones casuales: "Por favor, asegúrense de etiquetar bien las cosas y colocarlas en las habitaciones correctas".

Lucía lo miró en silencio, con una mirada movediza, tragándose algunas palabras.

No se equivocarán.

Porque en la casa nueva, solo estarían sus cosas.

Una vez que todo estuvo listo, Felipe ayudó a Lucía a bajar.

Al salir del ascensor, se encontraron de frente con Paula y su hermano Pablo, quedando todos paralizados por un momento.

Felipe no esperaba esta situación, y un destello de nerviosismo cruzó sus ojos. Soltó la mano de Lucía, dio dos pasos al frente para cubrirla, preguntó: “¿Qué hacen aquí?”

Pablo alzó una ceja, y dijo: "Paula quería visitar tu casa nueva, y como yo tampoco la había visitado, pedimos la dirección a tus padres para darte una sorpresa".

Mientras tanto, Paula no apartaba la mirada de Lucía.

Si no la recordaba mal, ya se habían visto al menos dos veces: una en el bufete de abogados y otra vez fuera del bar.

Su intuición la llevó a preguntarse quién era ELLA, así que sonrió y probó suerte: "Felipe, ¿quién es esta señorita?"

Felipe dudó, como si estuviera pensando cómo presentarla.

Lucía, con total serenidad, incluso le tendió la mano amablemente: "Lucía, compañera de universidad de Felipe, estoy en proceso de divorcio, así que vine a pedirle ayuda a mi viejo amigo. No sabía que justo estaba mudándose, qué mala coincidencia. "

Sus palabras parecieron despertar a Felipe, quien la miró con culpa y siguió el juego y presentándolos.

Aunque todo parecía normal, Paula sentía dudas.

Pero, con tanta gente alrededor, no podía presionar más, así que animó a su hermano a ayudar con la mudanza.

En cambio, ella se acercó a Lucía y comenzó a conversar:

"Lucía, ¿por qué te querías divorciar?"

Lucía no esperaba su franqueza, y después de la sorpresa, respondió con una sonrisa leve:

"Porque mi marido está enamorado de otra mujer".
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