Capítulo 33

Entonces, el pequeño bote se acerca con gente que se nota que no proviene de Mónaco, precisamente, más bien tiene una bandera que me parece que proviene de algún país de África y me pregunto ahora qué hace esta gente tan lejos de la costa de ese continente.

Y es cuando empiezan a hablar con Antonello en un idioma que no logro identificar y, mucho menos, entender.

―Son muy buenos amigos―nos asegura el capitán encubierto, sin embargo, yo no estoy tan segura de ellos―suban―les indica y ellos le sonríen de oreja a oreja y yo me apego más a mi esposo, quien me da un beso en la coronilla.

―No temas―me susurra al oído, al tiempo que me da otro beso en la sien―Antonello sabe lo que hace, además de que ya he trabajado con estos buenos hombres antes y me ha traído muy buenos dividendos―me asegura, aunque todavía tengo mis aprehensiones, a pesar de que sea Dylan el que lo indique.

Entonces me da curiosidad la palabra “dividendos” y eso solo significa que ha estado comerciando con estos hombres e
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