—No me interesa. No me da la gana que salgas y punto—espetó molesto.
—¡Eres malo papá!, un hombre cruel que poco te importa el bienestar de tus hijos—gritó la chica, quien salió corriendo diciendo—. Lo siento, no me han dado permiso.
—Tal vez otro día mi niña, no llores. Al llegar a casa te marcarem