—Tranquilo, ya estoy bien. Me acostumbré a vivir con éste dolor y debo seguir adelante por mis hijos, si ellos no estuvieran, te juro me hubiese dejado vencer.
Salió caminando hasta que sintió una mano que lo retenía al voltearse era Antonia quien le dijo: —No se vaya, ¡Por favor! Quiero que me cuen