Jennifer
La secretaria se detiene en una puerta de color gris y toca dos veces para luego abrirla y pegarse en ella para yo poder pasar.
—Gracias—. Digo antes de entrar a la habitación.
Ella cierra la puerta y me quedo de pie inmóvil. El doctor se levanta y lo detallo; hombre cursando los treinta y nueve, alto, pelo castaño y unos tan negro que creo que si me acerco a él podre verme en ellos.
Él se vuelve a sentar y me señala el mueble grande que está en todo el medio de la oficina. En silencio y con pasos precavidos, me siento en la esquina del sillón, apoyo mi brazo en el respaldar y cruzo mis piernas queriendo pegarme más a la orilla de sillón.
—¿Cómo estas, Jennifer? —, me pregunta.
Se levanta de su silla con una libreta y un bolígrafo en mano, se sienta en el