6. Víboras y alacranes
Hanna
Regresar a mi trabajo es lo que necesito para darle normalidad a mi vida, pues estos dos últimos días han sido una total locura.
Luego de haber recibido la propuesta del idiota de Jason y de que yo, contra toda cordura, haya aceptado, recibí en mi e-mail una infinidad de documentos que hablan sobre reglas y confidencialidad.
Me tomó todo lo que quedaba del fin de semana terminar de leerlo y debo admitir que no entendí gran parte de la información, pero los 20 mil dólares seguían apareciendo en grande y eso es lo único que me importa.
Cuando llego camino directo hacia mi cubículo y nada más sentarme el teléfono suena anunciando una llamada de la oficina de mi jefa.
—Buenos días, señorita Mila.
—Buen día, Hanna, podrías por favor acercarte un momento a la oficina, tengo algo importante que decirte.
La emoción se hace presente en mi cuerpo al pensar que finalmente puede tratarse de un ascenso.
—Claro que sí, voy de inmediato.
Camino lo más rápido que puedo hasta que llego