Las reglas

POV NOEL

Ya era de noche y aún no tenía a mi bebé conmigo. Me sentía tan angustiada y temerosa que lo único que quería era salir de este lugar para ir a buscarla por mi cuenta.

—No, no puedo esperar más —susurro al quitarme las vías.

Me quejo del dolor que me ocasionaba quitarme todas las agujas y aparatos de mi cuerpo; no obstante, eso no me detenía.

—Debo verla, debo ir a ver a mi hija…, debo ver…

—¡Señora! Pero ¿qué está haciendo?

—Mi hija, debo ir a ver a mi hija. Suélteme, suélteme

—Señora, cálmese. No debe moverse

—¡Mi hija! ¡Debo ir a ver a mi hija! ¡Ese tipo puede hacerle daño! ¡No puedo dejar…

—¡QUÉ PASA AQUÍ? —escucho una demandante voz.

Era él; el hombre que me salvó.

—ACUÉSTESE —me ordena.

—Mi hija. Debo ir a verla

—Parte del trato es que me obedezca. ACUÉSTESE.

—Aún no hay trato. Sin mi hija, no hay trato

—TRAIGAN A LA NIÑA —ordena de pronto; y yo me paralizo mientras lo miro.

De repente, entra una enfermera más con…

—Va… Valentina —musito al mirarla; y siento mis ojos aguarse mientras, lentamente, camino hacia ella—. Valentina…

—Su hija, señora

—Valentina… —articulo su nombre y empiezo a llorar desde lo más profundo de mi corazón mientras la tomo en brazos—. Valentina…, mi amor, eres tú. Dios, eres tú, mi amor —lloro de la emoción; y ella también lo hace—. Tranquila, mi amor, mami está aquí. Mami está contigo.

—Y MAMI NO ESTARÁ CON ELLA SI NO SE ACUESTA DE UNA VEZ —interviene él, muy impaciente.

Yo lo observo, pero su rostro no me muestra nada más allá de una roca sin sentimiento alguno. Sus expresiones eran tan neutras que me resultaba difícil descifrar el nivel de molestia que sentía. Solo sabía que estaba molesto por el adusto tono de voz con el que me hablaba.

—ACUÉSTESE…

—Está bien, está bien —susurro al acatar su orden.

—Ya cumplí con mi parte del trato. Le traje a su hija.

—¿Nos brindará protección?

—Solo si usted se casa conmigo.

—LO HARÉ.

—Bien. Entonces tendrá protección.

—¿Solo debo casarme con usted y punto?

—Sí, pero debo dejar en claro unos puntos.

—Lo escucho —contesto al seguir arrullando a mi bebé.

—Esta es una copia del contrato —me entrega unos papeles.

—Usted se casará conmigo y luego de doce meses, queda explícito que desaparecerá de mi vida junto a su hija. No las querré cerca. No en esta ciudad, no en este país y tampoco en este continente. LA QUERRÉ LEJOS DE MÍ.

—O… key —contesto insegura.

—Será un matrimonio totalmente legal. Me casaré con Noel Varksov, no con Marie Martins

—Comprendo.

—Pero no pienso llevar vida marital con usted —señala con cierto desprecio.

—Mejor para mí —preciso; y él me regala una mirada fría y asesina que me logra hacer tragar grueso.

—No habrá intimidad. No la quiero si quiera cerca de mi habitación. No va a merodear mi espacio de la casa. Usted permanecerá en esta ala con su hija, mas no pasará al ala izquierda. ESE ES MI ESPACIO Y NADIE ENTRA AHÍ SIN MI AUTORIZACIÓN. USTED, por más que sea mi esposa, NO LA TENDRÁ.

—Está bien. No hay problema.

—En las reuniones y eventos, deberá acompañarme cada vez que yo se lo ordene. No replicará y no llevará a su niña tampoco.

—Okey, está bien

—Deberá comportarse como una esposa amorosa. Deberá fingir bien si lo que quiere es que usted y su hija sigan bajo mi protección.

—No habrá problema con eso. Le prometo que lo haré.

—Del mismo modo, hay algo muy importante.

—¿Sí?

—Hay… —se muestra incómodo— hay una sala que une las dos alas de la casa. Por ningún motivo, entrará ahí. Ni si quiera podrá merodear.

—Bien, yo entiendo.

—En las reuniones que se organizarán en la casa, tampoco quiero que se atreva a usar el piano de la sala. NADIE TOCA ESE PIANO. NI SIQUIERA YO —precisa; y eso me parece extraño.

Me parece extraño porque… ¿Por qué una persona tendría un piano si no lo usa?

—No habrá problema con eso. No sé tocar el piano.

—BIEN. ESAS SON MIS REGLAS. CIERTO… casi lo olvido. JAMÁS SE LE OCURRA BESARME FRENTE A CÁMARAS. SOLO DEBERÁ TOMARME EL BRAZO Y NADA MÁS. JAMÁS, COMPRÉNDALO BIEN, JAMÁS SE LE OCURRA HACER UNA TONTERÍA COMO ESA.

—Descuide. No lo haré.

—Bien… con los puntos claros, entonces mañana le pasaré una copia completa del contrato y, en una semana, será la boda.

—¿Una semana?

—Una semana será más que suficiente para su recuperación. La ceremonia será muy discreta. Solo unos socios.

—Y su familia, me imagino —agrego; y, cuando lo hago, noto cómo su mirada se ensombrece.

—No quiero al bebé presente. Será adoptada después de nuestro matrimonio.

—Es mi bebé.

—PUES LO SERÁ HASTA DESPUÉS DE CASARNOS. NOS PUEDE EXHIBIRLA ANTES

—Okey —susurro poco convencida—. Está bien —añado al mirar a mi hermosa Valentina y sonreírle.

No me importaba si hacía eso ahora. Estoy segura de que ella comprendería si le cuento el motivo por el que estoy accediendo a aquella cláusula del tipo raro que estaba frente a mí, el cual, a pesar de ser bastante apuesto, me causaba mucha desconfianza.

—HASTA LA BODA —menciona muy serio; y pienso responder; sin embargo, se marcha de la habitación antes de que yo le conteste.

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