Una esposa para el Doctor Wagner
Una esposa para el Doctor Wagner
Por: Federica Navarro
Capítulo 1: No puede ser

—¿Crees que es suficiente? ¿No me pedirán otra cosa… algún otro documento? — pregunto.

Mara me mira con resignación. Sabe que me gusta tener todo en orden y que a veces… dudo mucho de las cosas. 

—Con el acta de matrimonio ya estaríamos listos… y luego esperar ¿Ok? Posiblemente, la parte más difícil— dice ella guardando los documentos en su cartera. Mara es mi mejor amiga y también mi abogada, una muy exitosa. 

—¿Crees que tengamos una buena oportunidad…. que nos den un bebé, que podamos adoptar? — pregunto. 

—Tú y James son jóvenes, tienen buenos trabajos, especialmente tú ¡Recién nombrada Directora de cuidados en el Hospital Brown! … así que creo que son candidatos ideales, igualmente mi experto en este tipo de trámites me dará más información en cuanto le entregue esto— dice ella contenta.

—Es realmente una gerencia administrativa pero…— comienzo a decir, pero ella me interrumpe mirándome seria, parada con las manos en la cadera. 

—  Escúchame bien Lisa… eres una gran mujer que en poco tiempo ha pasado mucho. Quedaste huérfana, tu abuela hizo de todo para darte una buena vida y luego… te enfermaste, y sé que sacaste fuerzas de donde no tenías, pero lo lograste. La abuela Eugenia debe estar en el cielo muy orgullosa de ti, tal como estamos todos nosotros— dice y yo suspiro. 

Después de obtener este cargo, por el cual luché tanto… solo quiero un momento de felicidad, un rayo de esperanza. Y más que nada… quiero un hijo… uno que debido a mi enfermedad no puedo tener.

—Así que si los trabajadores sociales seguramente considerarán tu caso y crucemos los dedos de que te asignarán un pequeño niño o niña… y ese bebé será el más afortunado del mundo ¡Ya verás! — dice ella y yo me levanto.

—Gracias Mara… lo necesitaba— le digo abrazándola y casi se me escapan las lágrimas. Ella me sujeta por los hombros y me mira con paciencia.

—Ahora bien… ¿Estás segura de que esto es lo que James quiere…? No dudo de ti, ¿eh? Sé que tienes amor de sobra para dar para cualquier pequeño pero… ¿Estás segura de que James piensa igual? — es una pregunta válida. 

—James… al inicio no estaba muy contento que digamos, pero… lo hemos hablado, él accedió a casarnos por eso. Creo que después de mi enfermedad, pues… hemos estado más agradecidos con lo que tenemos— le digo.

—Ummm… pues debería tratarte como una reina— dice y yo espero lo mismo. Antes de irse se devuelve con una sonrisa maliciosa.

—Por cierto… ¿Qué sucedió con el Super doctor alemán que iba a ingresar al hospital? Tus compañeras me dijeron que era un super galán, famoso, adinerado… tu sabes. Un excelente prospecto— dice ella deleitada.

— Si si... ya sé que eres una mujer comprometida, pero yo no, en este momento me caería muy bien un hermoso y rubio alemán. Aunque preferiría a un bello inglés. Ahhh y además me dijeron que era muy exitoso, escuché la palabra millonario... parece ser un rubio grandote muy prometedor... digo hablando del terreno de la medicina… superdotado casi— dice ella mirándome con los ojos brillantes, llenos de malicia. 

—Me imagino que tú sabes muchísimo de medicina— le digo y ella se ríe y me contesta. 

—  Sé lo suficiente de biología para saber que un hombre de esas características tiene que ser...— 

—Ya... ya entendí ¿ok? Tal como le dijiste soy una mujer comprometida, qué necesita encarecidamente un esposo poder ser madre y ser la familia ejemplar de padres adoptivos perfectos. Ahhh y no todos los hombres son como los ingleses que ves en tus series— le digo medio en serio, medio en broma y ella se va riendo sé por los pasillos. 

Pero la realidad es que desde hace semanas solo se escucha chismes,  noticias de este nuevo integrante del hospital. Y si no se los voy a negar, además de ser realmente exitoso, un genio básicamente, y ... tiene una apariencia nada despreciable. Solo había un detalle: parecía ser insufrible, arrogante, creído, odiaba las entrevistas y hablar… en general. Me habían recomendado llevarlo con calma, porque no era alguien fácil con quien trabajar.

Aun así, hay todo un revuelo, todas las chicas están como locas con él, casadas, viudas, hasta Perla, la estudiante de medicina nueva, no deja de hablar de él y ella está embarazada, y al parecer muy enamorada.

Hasta que lo vi al día siguiente, el nuevo jefe de cirugía y principal adquisición del Hospital Brown. Oliver Wagner era rubio, de ojos claros... todo el paquete completo que lo hacía parecer un príncipe azul. 

Las fotos no las injusticias, tenía un traje oscuro, camisa blanca sin corbata. Sin dudar un hombre con dinero le gusta vestirse y verse bien, y vaya que sabía cómo hacerlo. Era alto y con el cabello rubio peinado hacia atrás. 

Estábamos entrando a una pequeña reunión y él ni me dirigió la mirada, yo nerviosa me acerqué para presentarme y él me miró de arriba abajo. Era realmente alto, y cuando lo vi de cerca me di cuenta de que sus facciones eran masculinas, marcadas, pero también hermosas. 

Sus ojos claros parecían en el fondo mar de las Islas Phi Phi, sus labios eran carnosos y sus cejas tan claras. Él me miraba cómo preguntándose quién diablos era yo. Yo, en cambio, era una mujer común y corriente, de cabello y ojos oscuros, pequeña y sin mucha gracia.

—Doctor Wagner... Quería darle personalmente la bienvenida, soy Gerente administrativa de Hospital, Lisa Jones... — empecé a decirle cuando él me interrumpió. 

—Señorita... debe haber algún error, el Doctor Hernández es el gerente administrativo, y la razón por la que yo estoy en este hospital— su voz es fría, con un marcado acento alemán. Demonios, ya empecé a conocer la cara no muy simpática del Doctor Wagner. 

—Yo... el Doctor Hernández, debe haberle comunicado que él se jubiló, yo era su mano derecha y estoy tomando el puesto momentáneamente— 

—Tiene que ser un malentendido, hablaré con él en cuanto pueda. Lo siento, pero no puedo creer que la haya dejado una persona... con tan poca experiencia tan importante cargo— dice mirándome de arriba a abajo y yo me quedo asombrada con los ojos abiertos. 

—Señor... yo soy joven, pero...— digo, pero somos interrumpidos y pasamos a la reunión y me quedo realmente avergonzada, no volví a decir ni media palabra. 

Yo era de las pocas personas que no tenía grados médicos, que tenía una importante posición administrativa en el hospital. Quizás con mucho esfuerzo y algo de suerte, podría quedarme con este cargo. Pero ahora que no había comenzado con bien pie con el Doctor Wagner, mis sueños se desplomaban.

Tenía mucho que hacer ahora para mejorar mi imagen ante él, de forma que, luego de escribirle a mi novio para avisarle, que una vez más me quedaría trabajando hasta tarde. 

Era casi oscuro cuando salí por la puerta del hospital camino a casa. Habían pasado ya varios días en que llegaba a casa cansada y no cenaba con James, por lo que se me ocurrió detenerme en un pequeño lugar de comida para comprar algo de cenar y darle una pequeña sorpresa a mi prometido. 

Faltaban pocos días para la boda, literalmente, y todo estaba ya preparado. Él se iba a encargar esta tarde de retirar algunas de las cosas de la boda. Sentía que él se había dedicado bastante a la planificación, más que ningún novio. Y yo tenía remordimientos de haberlo dejado tanto tiempo solo. 

Mi casa era mi santuario, había vivido y crecido aquí durante toda mi vida y viví con mi abuela por muchos años hasta que ella falleció. Todos los años le hacíamos algún arreglo, no era la casa más glamurosa y elegante, pero la habíamos cuidado y dado atención con mucho amor. 

Cuando entre a la casa con mucho cuidado, no podía creer lo que veía. Tuve que pestañear varias veces hasta que me di cuenta de que mis ojos no me estaban engañando. 

En la sala estaba mi novio con otra mujer. James, a quién conozco desde hace más de diez años, con quién me iba a casar en la iglesia frente a su familia, sus padres y mis amigos... James, mi prometido, mi única familia… estaba abrazando y besando a otra chica. 

No solo eso, él estaba acostado sobre ella, besándose con una pasión que, sin duda, jamás tuvo conmigo. Sentía mi corazón salir desbocado, sonando apresuradamente, retumbando en mis oídos, en un tono rítmico, como si me dijera: no puede ser, no puede ser, no puede ser. Ellos hacían sonidos de placer y James sujetaba su pierna. Él estaba en ropa interior y ella pareciera que tenía su vestido levantado. Había un par de copas de la champaña de nuestra boda, y algunas flores de las que iban a estar en la iglesia, lirios blancos en el piso. Las cosas de mi boda… mis cosas. 

Cuando estuve a pocos metros. Me recompuse, no dejé que las emociones me ganaran, y hablé con el mejor tono que encontré. 

—James... ¿Qué demonios es esto?— dije en voz alta y los vi exaltarse de la sorpresa. 

Es evidente que no se lo esperaba. Me doy cuenta de que él debió haber contado con el hecho de que yo iba a estar fuera mucho más tiempo... ¿Cuántos días en este mes me he quedado trabajando hasta tarde? Le habia dado chance hasta de planificar su nido de amor.

Podía ver la sorpresa en sus ojos que se abrían con casi pánico, … lo había agarrado con las manos en la masa. 

Pero lo peor es que cuando él la soltó, sin separarse completamente de ella... lo vi... ese pequeño detalle que se clavó en mi pecho como pequeñas dagas... Ella estaba embarazada de pocos meses, y algo dentro de mí me decía qué evidentemente era de mi novio.

— Lisa… ¿Qué haces aquí?— pregunta James, y por un segundo veo su sorpresa marcada en su cara. 

— ¿Qué qué hago aquí? Vengo a mi casa, luego de horas de trabajar para estar con mi novio... trayendo una cena para que comamos juntos… y mira lo que me encuentro—  digo seria, con un tono molesto y una ira que jamás sentí en mi vida. La mujer rubia sigue abrazada a él, sosteniéndose firme con sus manos en los brazos de él, mi novio y de repente veo su rostro.

—¿Perla…? ¿Eres tu?— digo yo con voz queda. La joven estudiante de medicina que yo ayudé tanto a que consiguiera su lugar en el prestigioso programa. 

— Lisa… no es lo que tú crees….— dice él titubeando ¿Por qué demonios todos dicen lo mismo? ¡Es ridículo! ¡Lo acabo de encontrar con las manos en la masa! ¡Con una chica del hospital donde trabajo!

—¿Ah si? ¡Cuéntame que es lo que yo creo! ¡A ver dime!— le grito. 

— Puedo explicártelo Lisa… entremos y hablemos— dice él, y de repente es consciente de que está en ropa interior y comienza a buscar su ropa, desperdigada en la sala. Perla se baja su vestido que ahora veo que es una especie de lencería que él me había regalado y pensaba usar en mi boda. Ella se sienta en el sofá como una mosquita muerta. 

—¿Ella tiene mi ropa? ¿Es en serio James?— grito exaltada.

—  Mi amorcito... tengo miedo—  decía Perla con voz chillona y la observo. Aún no lo puedo creer.

— Y tu Perla… te ayudé a meterte en el mejor programa del Hospital… tuve compasión de tu situación, una madre soltera, joven…y tu… tu me hacías preguntas sobre mi novio… lo estabas tratando ¿Cómo pudiste?— le digo y ella se hace la víctima.

—¡Él no te quiere! ¡Está harto de ti! ¡No le puedes darle el hijo que desea!— dice ella sacando un lado que jamás vi. Es joven y tiene una expresión de molestia, más que de miedo... una completa manipuladora. Me quedo asombrada, con la boca abierta… no lo puedo creer.

—¿Cómo se atreven? — pregunto en voz alta y ya escucho que la voz me tiembla. Me siento indignada, traicionada, humillada. No hay palabras para esto. 

—¡Baja la voz! ¡Le vas a hacer daño al bebé!— dice él de repente de forma autoritaria, y es como un baldazo de agua fría. 

Me quedo estática, yo jamás le haría daño a nadie y esa acusación me molesta tremendamente. ¿Es que tan bajo he caído? ¿Nunca vi realmente quién era él? Me siento vacía, sin nada de qué sostenerme. 

Inmediatamente, salgo a la calle, cartera en mano, simplemente salgo porque la situación me asfixia, siento un dolor en mi pecho que realmente creo que me duele el corazón. Sinceramente, no sé ni por donde voy, es de noche hace frío y me doy cuenta de que no tengo donde ir. Esa es mi casa, mi único hogar. Él me gritaba atrás, me decía que teníamos que hablar.

Estaba tan ensimismada en mis pensamientos, llorando como si el mundo se acaba,  que no vi cuando un auto se detuvo con un sonoro frenazo, justo adelante de mí, si no se detenía me atropellaba. 

Cuando se sale el conductor es un hombre alto y rubio… no puede ser… es el doctor Wagner.

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