Una terrible sensación de rechazo

Héctor llamó a su abuelo furioso, exigiendo que los liberaran.

Nadie podía explicar el porqué de su extrema protección hacia el chico, sin embargo, desde ése momento, no dejó que absolutamente nadie se acercara a él.

Al ser el nieto del presidente, era obvio que no podrían usar la fuerza. Sin embargo…

No podían dejar ir unos excelentes especímenes, por lo que Armando casi quería llorar, pero no tenía lágrimas. No obstante...

—Está bien, acepto la petición. Sin embargo...

Antony se inclinó un poco para acercarse a Héctor.

—Ese chico nunca dejará los cuidados de Armando. Incluyéndote. En algún momento de tu vida serás el presidente de esta empresa, es tu deber velar por su perfecto desarrollo y pensar en el futuro.

Héctor se sentía tan cansado, estresado y desesperado, que sin dudar asintió. Mientras pudiera sacar a Ethan de ese lugar, incluso vendería su alma al diablo.

No sabía el porqué, ni quería entenderlo en ese momento, lo único que le importaba era mantenerlo a salvo. Ese dulce aroma que emanaba de él, era tan extraño y al mismo tiempo lo inquietaba de una manera, que ni él mismo podía describir.

Quería estar lo más cerca posible para no desprenderse del aroma y al mismo tiempo quería alejarse desesperadamente debido a la ansiedad que le provocaba, quería abrazarlo con fuerza, morderlo, volverlo completamente suyo e impregnarle su propia esencia.

Era tan desesperante que estaba por volverse loco.  Al salir Antony, regresó a la cama de Ethan, este estaba tomando una siesta, por lo que su delicado y pálido rostro se veía especialmente tranquilo.

Al estar cerca de su aroma, se comenzó a inquietar. Su cuerpo comenzó a sentirse caliente, pero lo que en un instante lo preocupó, fue el como Ethan estaba comenzando a comportarse. Sus hermosos ojos cafés se veían llorosos y, con delicadeza acarició la mano de Héctor con sus delgados dedos.

—Detesto esto...

Dijo Ethan, mientras comenzaba a retorcese en la cama mientras con su rostro enrojecido se mordia los labios. Héctor trató de resistirse lo más que pudo, sin embargo...

En el transcurso, nuevamente volvió a perder el control y la consciencia.

Al despertar, en esa ocasión, el dolor en el cuerpo se había ido por completo, la pesadez, fue reemplazada por una ligereza abrumadora y lo que lo sorprendió bastante fue que, parecía también, que incluso sus sentidos se habían agudizado, podía oler varias cosas que ni siquiera había notado al principio, su oído era tan bueno que incluso podía escuchar a los de afuera a una buena distancia y, ese olor...

Había comenzado a tranquilizarlo.

Estaba en una cama junto a él, pero el chico parecía estar inconsciente.

Se levantó rápidamente, pero el dolor de la canalización lo hizo reaccionar.

—Sssss, diablos...

Se lo retiró él mismo y se acercó a la cama del chico en cuestión. Al instante sintió como si se le detuviera el corazón. Abrió los ojos en shock, el chico tenía unas mordidas horrorosas que osilaban entre el morado, negro y rojo respectivamente, los hombros y el cuello estaban tan lastimados que era doloroso ver, pero extrañamente se veía mucho más tranquilo que antes de perder la conciencia.

—Establecieron un lazo exitosamente.

Héctor aún aturdido lo miró sin comprender. Pero regresó la mirada al chico que había comenzado a despertar.

—¡Ah! ¡Carajo! ...

El joven que tenía un hermoso rostro, facciones afiladas y delicadas comenzó a soltar palabrotas en cuanto sintió dolor en su cuerpo.

Héctor que no sabía ni en donde poner las manos, lo miró preocupado y sin saber qué hacer.

—O... Oye, ¿T...Te sientes bien...?

Al instante, una mirada fulminante le fue dirigida, haciendo que se tragara todas las tontas palabras que estaba por decir.

Armando se acercó a él rápidamente y, comenzó a examinarlo.

Al final, suspiró profundamente y los miró a ambos.

—Había una gran inestabilidad hormonal en ambos.

Dijo dirigiéndose a Ethan. Él al instante endureció su rostro y casi al momento se enfureció. Pero se mantuvo en silencio.

—Debido a que ambos despertaron su casta al mismo tiempo y no hubo la orientación correcta.

Hay muchas cosas que tal vez, no tengan reversión. Por ejemplo…

Armando torció la boca y después de unos momentos volvió a suspirar y continuó.

—La glándula de feromonas de O...

—Ethan.

Interrumpió el chico. Armando un poco perdido, respondió inconscientemente.

—¿He?

—Mi nombre, es Ethan. No esa basura de O-103.

Armando se sonrojó y algo apenado, asintió.

—Esta bien, entiendo.

Tu glándula de feromonas fue irreversiblemente dañada, será inestable por el resto de tu vida.

Debido a que ninguno tenía una idea muy clara de lo que estaba diciendo, Armando explicó.

—Entraras en celo sin un ciclo específico ni aviso. No será seguro para ti… básicamente ningún lugar… Siempre que tu siclo de calor despierte, si hay un Alfa como el joven Héctor… “Eso” volverá a ocurrir.

Como en el reino animal, los machos buscan el olor de las feromonas de las hembras para copular y preñar, tratan de marcar a la hembra con su esencia.

Este sería el caso. La natalidad de Alfas ha sido muy escasa, sin embargo, no podemos garantizar tu seguridad. Amenos que...

—No soy… una m*****a mujer. ¡Soy un hombre! ¡¿Qué estupideces son esas de que estoy embarazado?! ¡¿Son idiotas todos o que?!

Ethan trató de levantarse y arrancó su canalización de un tirón, haciendo que sufriera un feo desgarre. Sus ojos estaban llenos de lágrimas y desenfocados de desesperación.

Héctor tragó, y también se preocupó terriblemente al ver la escena, trató de detenerlo, pero un puñetazo le dio de lleno en la cara.

—¡No me toques! ¡Me largo de este lugar!

Héctor cubrió su nariz punzante y sangrante, además de su cara, un terrible dolor en el pecho lo lastimó de gran manera.

Tragó nuevamente ahora con una sensación muy agria y dolorosa. Ése era un rechazo tan desgarrador que se sintió ridículo.

Sin embargo, no pudo pensar en sí mismo, dado que el chico que se puso de pie, descubrió accidentalmente su espalda debido a que su bata no estaba correctamente atada.

Al instante, Héctor aspiró frío y se mordió los labios con horror.

«¿Yo… …Hice… Eso…?»

Las visiblemente dolorosas y toscas mordidas se encontraban por todos sus hombros, nuca, espalda y cuello. Al moverse, Ethan fruncía el ceño y apretaba los dientes con dolor.

«Definitivamente es obvio que será doloroso»

Con mucho esfuerzo se puso de pie y caminando torpemente, mientras se recargaba en la cama, se dirigió a la puerta.

Armando trató de adelantarse para detenerlo, sin embargo…

—Deja que se vaya.

Una voz, firme e intimidante llegó desde la puerta. Antony miró a ambos con una expresión indescifrable. Ethan, tomo fuerza desde lo más profundo de su ser y caminó a la salida sin mirar atrás.

Héctor sintió su indiferencia y aversión muy dolorosamente. Sin embargo, al salir Ethan miró directamente a su abuelo, como si preguntara el porqué.

Este último sonrió levemente.

—Como era de esperar, cambiaste mucho. Afortunadamente para bien.

Armando que no podía soportar perder a su conejillo de indias interrumpió con cierta desesperación.

—Se.... Señor....

Antony no se molestó en siquiera mirarlo.

—Él no nos interesa por el momento. Todavía tienes ciento dos Omegas dispuestos a ayudar con tu investigación.

«¡Pero solo uno con un lazo y embarazado...!»

Quería decir, sin embargo, aun quería vivir para continuar con su investigación, muchos años más. Solo podía tragarse sus ganas de llorar en ese momento.

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