El beso continúa, y él me lleva recostándome de una mesita en la entrada. Sebastián es salvaje, rompiendo mi camisa, levantando mi falda mientras yo lo toco. Su mano va directamente a mis piernas y lo veo sonreír al recordar que no tengo nada debajo.
—Estás tan preparada… ¿Estuviste pensando en mí…