Cuando Eve llegó a su trabajo lo que no esperó fue encontrarse con que Rob estaba allí, se había adelantado y se encontraba sentado en una de las mesas junto con Harrison. Este último la miró apenas entró por la puerta y ella sintió que la sonrisa que esbozó era una burla hacia ella.
«Seguro se lo está pasando muy bien a mis costillas, Dios, qué vergüenza. Rob debe haberle contado lo que ocurrió en el lago anoche», pensó y quiso salir corriendo de allí.
Mortificada y sintiendo que todas las miradas eran dirigidas hacía ella, entró con rapidez y se metió detrás de la barra.
—Llegas tarde, Eve, no te lo descontaré porque ayer hiciste el turno de noche y debes estar cansada, pero que no se repita —se quejó su jefe y ella asintió con rapidez.
Lo que le faltaba, como si cobrara tanto. Si le descontaba algo de su mísero sueldo se vería en serios problemas.
—Jason, lo siento, no volverá a ocurrir —dijo colocándose el delantal con rapidez y mirando a su alrededor para ver qué clientes estaban