El cementerio se encontraba desierto y solitario solo se podía escuchar el cantar de los grillo y el susurro del viento, cuando el reloj marcó las 2:45 de la mañana un auto se parqueo frente a sus puertas alumbrando la oscuridad con sus faroles dentro se encontraban Arthur y Muriel
-bien hemos llegado
Dijo la chica mirando frente a ella la enorme puertas de metal
-¿estás segura de esto?
Pregunto Arthur una vez más
-relájate niño ya te dije que nada malo va a pasar
Contesto ella abriendo la puerta y descendiendo del interior del auto
-andando
Ordeno ella cogiendo su bolso, Arthur miro una vez más hacia el frente y dejando escapar un suspiro bajo del auto con una linterna
-¿bien hacia donde es?
Pregunto encendiendo la linterna para poder ver el camino
-por aquí
Respondió ella dando un paso hacia delante intentando abrir el candado de la puerta sin éxito
-toma mi mano
Muriel obedeció tomando la mano de Arthur apareciendo ambos dentro del lugar, ambos empezaron a caminar en med