3. ¿Cuál esposa?

Todo en esta empresa es un maldito desastre. No puedo creer que el abuelo haya dejado que una de las sedes de la empresa cayera tan bajo. Es que por Dios, se supone que somos los líderes mundiales en Tecnología, tenemos un apellido que cuidar. Los Kostas tenemos renombre mundial.

Y mejor ni hablar del nivel tan bajo de los empleados que hacen parte de la InnovaTech, la m*****a junta directiva parece sacada de un circo y si a eso le sumamos la inutil chica de archivo que me llevó los documentos, entonces puedo decir que estaba jodido

Mis ojos se mueven con rapidez por los archivos que me llevaron mientras que la rabia se dispara en mi interior como si de un interruptor se tratara. No puedo creer que esta gente me crea tan estupido como para pensar que no se daría cuenta de los vacíos en el dinero..

Hecho una furia camino hacia el maldito archivo, enfurecido por las innumerables incongruencias que he encontrado en los documentos financieros de la empresa, y dispuesto a buscar las cifras de meses anteriores. Estoy decidido a encontrar al responsable de este desastre, y si alguien tiene que pagar por ello, no voy a dudar en tomar medidas drásticas.

Sin embargo, lo que no me esperaba es que al llegar al archivo, me iba a encontrar viendo una mesa llena de papeles y de espaldas a mí la misma jovencita mal vestida que había llevado los papeles a mi oficina.

Estoy a punto de pedirle que se pusiera a trabajar, cuando escucho a la chica hablar acerca de las cuentas, cosa que de inmediato consiguió toda mi atención.

—¡Lo sabía! Las cuentas están erradas.

Esas palabras, esas malditas palabras consiguieron atrapar toda mi atención, porque si la cuatro ojos sabía que había algo mal en las cuentas y aún así se las había llevado, entonces su cabeza iba a salir rodando de esta empresa.

—¿De qué cuentas estás hablando?—Mi voz es acero puro, toda la rabia se dispara en cada palabra y no me interesa disimularlo.

La muchachita da un respingo al escucharme y cuando se gira y me ve de pie detrás de ella su rostro se pune más blanco que el papel que estaba sosteniendo, pero eso me importa bien poco. Lo único que quiero es que ella abra la boca y empiece a darme explicaciones.

—Acabo de hacerte una pregunta y si no quieres llevarte el premio de la primera empleada despedida por el nuevo CEO, entonces te recomiendo que empieces a hablar.

La chica parece un conejito tembloroso y asustado, lo cuál solo me hace enojar más de lo que estoy, pues no hay cosa que me irrite más que las mujeres como ella. Veo cómo se arregla las grandes monturas cuadradas y luego aclarándose la garganta me dice:

—Yo… Yo creo que he encontrado unas incongruencias en los libros contables, señor.

Entrecerrando los ojos avanzo un paso hacia la chica llevando mis ojos al gafete donde llevaba su nombre: Emily Williams.

—¿Cuál es tu cargo en esta empresa, Emily?—le pregunto y de inmediato la veo apartar la mirada brevemente antes de decir.

—Soy… Soy la encargada del archivo, señor Kostas.—  estaba a punto de hablar nuevamente cuando, tomandome por sorpresa la muchacha eleva los ojos y viéndome por primera vez de frente me dice—Pero le puedo asegurar que no estoy equivocada, hay algo mal en los números.

Ciertamente, yo ya sabía que los números estaban mal, pero me genera curiosidad cómo es que una simple encargada del archivo lo pudo notar y sus superiores no.

Sin pedir permiso, acorto la distancia que nos separa y tomo las anotaciones que ella tiene en sus manos. Mis ojos se van a cada cifra, cada ejercicio y me quedo pasmado al darme cuenta que sus conclusiones son exactamente las mismas que las mías.

Con lentitud vuelvo a elevar la mirada y la miro con más atención, dándome cuenta de cómo ella rehuye mi mirada como si no quisiera que la viera y bueno tampoco es que tenga muchas ganas de hacerlo, con esa ropa horrenda que parece de su abuela y esas enormes monturas de aumento que ni siquiera le permiten verle bien los ojos, no hay mucha motivación.

Lo único destacable de la chica podrían ser sus labios, esos labios que se ven rosados y carnosos, pero en conjunto ella no era más que un cero a la izquierda.

—Explicame cómo descubriste esto— le exijo pues sigo sin entender como lo hizo si no es nadie.

Sus ojos se encontraron con los míos, y me sorprendo cuando abre la boca y comienza a darme un balance completo de las finanzas, señalando las mismas incongruencias que yo había anotado. Para mi completa sorpresa, la chica a pesar de su apariencia sosa y desaliñada, parece tener el conocimiento que le falta a sus superiores.

—Pero le juro que yo no tengo nada que ver— termina diciendo Emily y yo solo puedo poner los ojos en blanco al oírla, pues ya había deducido que ella no estaba detrás de nada.

Sintiéndome enojado por la situación y al mismo tiempo impresionado por su capacidad, le espeté, 

—Más te vale que seas eficiente, niña, porque de ahora en adelante te vas a olvidar del archivo y vas a trabajar conmigo. ¿Está claro?

La muchacha parecía que en lugar de haber recibido un ascenso hubiese escuchado una sentencia de muerte, pues se puso mucho más pálida y lo estaba viendo como si él fuera un maldito asesino en serie, lo que hizo que un gruñido desesperado saliera de él, consiguiendo que ella reaccionara:

—Pe-pero mi jefa… Yo tengo…

—De tu jefa me encargo yo, por algo soy el dueño de la m*****a empresa, asi que te repito ¿Está claro?

—Está claro, señor.

—Muy bien, termina lo que sea que hagas aquí, a partir de mañana te quiero en presidencia, pero ni una palabra esto a nadie, ya me encargaré yo de informar.

Sin esperar una respuesta de la muchacha y con la rabia hirviendo en mis venas al confirmar que me quieren ver la cara de estupido, regreso a mi oficina, una furia arde en mi interior.

Nada más entrar tomo el celular y marco el número del encargado de recursos humanos.

—Señor Kostas, en qué puedo…

— Emily Williams, necesito el expediente completo de la muchacha para ya.— Y sin decir más cuelgo el teléfono.

Tres minutos después un mensaje llega a mi bandeja de entrada con lo solicitado.

Mientras reviso el expediente de la chica, Emily, me doy cuenta de que ha estudiado finanzas en una muy buena universidad, lo cual explicaba su habilidad con los núemros, sin embargo no se ha graduado, al parecer congeló los estudios.

Antes de cerrar el documento me doy cuenta que también hay una nota en Recursos Humanos que indica que la muchachita tiene a su madre con cáncer y que ha solicitado adelanto de sueldo en dos ocasiones. Antes de poder procesar cualquier cosa el celular sobre el escritorio suena y al ver el remitente un gruñido sale de mi.

El maldito abogado del testamento de mi abuelo acaba de mandar un mensaje , recordando que me quedan 4 meses para llevar a mi “esposa ante él” pues me tomó ds meses dejar organizada la empresa en Grecia antes de venir, y sobra decir que esa esposa obviamente no la tengo todavía,  ni la quiero tener.

—Maldito testamento de mierda— gruño desesperado, pues no pienso perder todo por lo que he trabajado por el capricho de mi abuelo.

Entonces, en medio de mi desesperación y con la fecha límite del testamento de mi abuelo acercándose peligrosamente, una idea cruza mi mente mientras que mis ojos van nuevamente al expediente de Emily en mis manos. 

Es más que lógico que ella necesita dinero desesperadamente, pues por su ropa y su aspecto se nota que no lo tiene y el tratamiento de cáncer es muy costoso y bueno,  yo tengo más de lo que puedo gastar. 

Por otro lado, yo necesito una esposa, no tiene que ser una real, solo para el papel y llevar frente al abogado. Si todo sale como quiero puedo ofrecerle un trato. 

Con rapidez tomo el celular y llamo a mi mejor amigo, Giorgio, quien también es mi abogado de confianza.

—Vaya, ¿Qué tanto extrañas Grecia que ya me estás llamando?— Su voz jovial y alegre solo empeora mi humor.

Yo debería ser quien estuviera disfrutando, en cambio estoy en este país de m****a, arreglando una empresa hundida y buscando una esposa de mentira.

—Deja de decir estupideces, más bien apresúrate y hazme un contrato y acuerdo de confidencialidad de inmediato.

La voz de Giorgio en el teléfono se silencia antes de que con cautela me pregunte:

—¿Y puede el abogado preguntar para qué lo necesitas?

Mi respuesta lo dejó sin palabras: 

—Es para mi futura esposa, por supuesto.

Uno, dos, tres segundos pasaron antes de que su amigo explotara:

—¿QUÉ CARAJO ESTÁS DICIENDO? ¿CUÁL ESPOSA?

—La que voy a contratar para no perder mi herencia— contesto en un gruñido bajo, pues lo último que necesito es que algún chismoso se entere—Ahora ¿puedes o no hacer el maldito contrato?

—Amigo, quiero que sepas que bajo ningún escenario esto puede salir bien. ¿De donde vas a sacar una mujer para esto que al final no quiera tirarte a los tiburones?

—Ese es el punto, que a la mujer ya la encontré y no va a hacerme nada, porque yo voy a ser la solución a sus problemas así como ella es la solución a los míos. Ahora haz lo que te pido.

Muy bien Emily Williams, si todo sale bien serás la carta secreta para todos mis problemas.

Poniéndose de pie recogió su saco y su maletín, antes de caminar fuera de la oficina, lo único que quería era llegar a su casa cambiarse de ropa e ir en busca de su Amapola. 

Pues casado o no, esa mujer misteriosa iba a ser suya.

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