Estella logró zafarse de sus amigas con la ayuda de Thomas; a pesar de no haber consumido más alcohol una vez llegaron al jardín, el leve dolor de cabeza evolucionó a una jaqueca que le produjo nauseas.
―Chicas, sigan divirtiéndose, ya llamé a un Uber para que me recoja y me lleve a mi casa ―pidió con una sonrisa apaciguadora―. Fue un placer conocerlos, Kiet y Thomas. Si me siento mejor en la mañana, voy a tu casa, Mona.
―¿Seguro estás bien? ―preguntó Rani, preocupada por el semblante de su amiga, pero esta asintió.
―Thomas me dijo que a una cuadra hay una farmacia, iré por analgésicos y espero ahí mismo al chofer.
La música fue una tortura mientras estuvo en el club, respiró con alivio cuando salió a la calle y el sonido desapareció. Tras largas inspiraciones con los ojos cerrados, miró a ambos lados y divis