Capítulo 12 Jenna Taylor Después de oír sus humillantes palabras la ira y la decepción se apoderaron de mí, y entonces, le di vuelta la cara de una bofetada tratando de proteger mí honor. Él enderezó su rostro y volvió a dedicarme una mirada fría e indiferente mientras yo limpiaba mis lágrimas.—Te lo volveré a repetir, ¿cuánto quieres? Estoy dispuesto a pagar la suma que me pidas con tal de que te deshagas de ese bebé —al parecer él muy cínico no estaba dispuesto a rendirse.—No necesito nada de usted, guárdese su dinero. Yo me largo de aquí —quise marcharme pero él inmediatamente me sujetó del brazo evitando que pudiera hacerlo.—Te lo advierto, Jenna. Será mejor que te deshagas de ese embarazo, o de lo contrario…—¿O de lo contrario qué? ¿Qué me va a hacer? —lo interrumpí desafiandolo.Él no dijo nada, solo se quedó mirándome con rabia mientras apretaba mí brazo, entonces yo me solté de un movimiento brusco y después me pare erguida frente a él.—Que le quede bien claro algo, Hug
Jenna Taylor Después de la discusión que tuve con Hugo, supe por el señor Fausto que se había ido a vivir a España. Casi un mes después de su partida, le tuve que confesar a mí jefe que estaba embarazada, pero no le dije que el padre del bebé era su hijo, ya que esa parte de la historia preferí mantenerla en secreto. El señor Fausto se puso muy feliz por mí y me pidió que siguiera trabajando, también se ofreció a ayudarme en todo lo que necesitara; y como no pude negarme, decidí seguir trabajando en la compañía. Además, necesitaba el salario para poder comprar todas las cosas que mí bebé iba a necesitar.Los meses pasaron uno detrás de otro mientras mí vientre iba creciendo más y más hasta que llegó un punto en que ya no pude ocultarlo bajo la ropa y finalmente todos en la oficina se enteraron de mí pequeño secreto. El chisme duró varias semanas debido a que todos se preguntaban quién era el padre de mí hijo, puesto que yo, nunca había presentado a un novio ni tampoco tenía ningún ena
JennaNi bien crucé la puerta de mí oficina fui directo hacia el escritorio en donde me senté lentamente mientras mí mente no terminaba de procesar lo que acababa de pasar. Ni siquiera me percaté de la presencia de Dina, la cuál estaba al teléfono mirándome perpleja desde su escritorio.—Por la expresión de tu cara, supongo que ya viste a Hugo Montenegro —me dijo colgando el teléfono.Ella se levantó de su asiento e inmediatamente vino hacia mí escritorio sentandose junto a mí.Yo aún seguía en shock y ni siquiera pude responder a su comentario, solo me límite a asentir con la cabeza mientras me cubría el rostro con las manos. —¿Qué te dijo? ¿Hablaron algo?—¿Puedes creer que el muy cínico me saludó como si nada hubiese pasado? Y para colmo, yo tuve que seguirle el juego para que el señor Fausto no sospeche que algo pasó entre nosotros.—Ay cariño, no quisiera estar en tus zapatos —me dijo Dina tomándome de la mano.—Te juro que no sé que voy hacer. Cómo se supone que voy a seguir tra
JennaDespués de cruzar esa breve mirada con Hugo, tuve que bajar la cabeza ya que no me atrevía a seguir mirándolo. La reunión no duró mucho y después de ese anuncio cada uno regresó a su puesto de trabajo. Yo salí de la sala de juntas lo más rápido que piernas podían porque no quería cruzarme a Hugo ni mucho menos tener que dirigirle la palabra. Al final mí temor más grande se había confirmado y ahora tendríamos que vernos las caras todos los días. Lo peor de todo es que, sí el señor Fausto se retira, eso significa que yo tendré que ser la asistente de su hijo.Una vez que crucé la puerta de mí oficina me dejé caer sobre el pequeño sillón que hay dentro mientras me cubría el rostro con las manos. Aún no entendía porque me estaba pasando todo esto, incluso llegué a pensar que se trataba de un castigo del cielo. Minutos después, escuché que abrieron la puerta y la imagen de Dina apareció frente a mí.—¿Dónde estabas? ¿Por qué demoraste tanto? —le pregunté.—El señor Fausto me llamó a
Hugo Me quedé parado en medio del estacionamiento viendo como su automóvil se alejaba de allí. Me sentía como un reverendo imbécil por haber dejado pasar tantos años lejos de mí hija. Es lógico que Jenna no quiera escucharme ni tampoco quiera que me acerque a ellas, pero como hago para demostrarle que estoy arrepentido, cómo hago para que me perdone y me dé otra oportunidad.Solté un suspiro pesado mientras me daba la vuelta para regresar a mi vehículo, me sentía derrotado al no saber qué hacer, y entonces, cuando levanté la mirada me encontré con mi padre, el cuál estaba frente a mí mirándome con el ceño fruncido.—Papá, ¿cuando llegaste? —le pregunté esperando que no haya presenciado esa situación.—Justo en el momento en el que estabas discutiendo con Jenna. Me vas a decir, ¿qué es lo que está pasando? ¿Por qué ella estaba tan furiosa contigo? —bajé la mirada hacia mis manos sin saber por dónde comenzar. No sabía cómo decirle a mí padre que tenía un cretino cómo hijo, pero tampoco
Hugo Después de confesarles la verdad, se generó un silencio incómodo que solo era interrumpido por el llanto de mí madre. Pasado unos minutos ella limpió sus lágrimas y luego esbozó una tierna sonrisa mientras sujetaba la mano de papá.—No puedo creer que la pequeña Sky sea mi nieta —pronunció emocionada —. ¿Entiendes lo que ésto significa, Fausto? Tenemos una nieta, una hermosa y maravillosa nietecita —le dijo a papá mientras este dejaba un beso sobre su mano.—Así es, mi amor. Ya somos abuelos —le respondió con una sonrisa.Ellos se abrazaron un momento y después mamá levantó la mirada hacia mí con una expresión de enojo en su rostro.—Y tú, óyeme bien. Más te vale arreglar todo este problema cuánto antes porque yo no voy a aceptar estar alejada de mi nieta por mucho más tiempo, ¿me oíste? —el tono de mi madre se oía amenazante y hasta incluso, papá tuvo que abrazarla para que se tranquilice.—Cálmate, mi amor. Estoy seguro que Hugo sabe muy bien que hacer —él me lanzó una mirada a
JennaA la mañana siguiente decidí ir al trabajo mientras una idea no dejaba de rondar en mi cabeza desde anoche. Después de pensarlo durante horas, había decidido renunciar a la compañía si la situación con Hugo se complicaba, y a pesar de que necesito el trabajo, prefiero marcharme antes que estar en medio de un ambiente hostil. Aunque primero tengo que organizarme y ver qué puedo hacer después de que renuncie, ya que debo pagar la renta y el colegio de Sky. Por lo pronto seguiré trabajando unos días más aquí y luego buscaré empleo en otras compañías. El resto de la jornada me limite a hacer mis tareas y casi no salí de mi oficina. Afortunadamente, Hugo no parecía estar en la empresa puesto que, no lo había visto en toda el día. Cuando llegó la hora de recoger a Sky fui directamente hacia el kinder y una vez que emprendimos el camino a casa, me dí cuenta que había olvidado mí teléfono en la compañía. —¡Demonios, olvidé el teléfono! —exclamé dando una vuelta en u.—Mamá, no debes
JennaTraté de contener el llanto para no preocupar a Sky, pero lo cierto es que estaba tan molesta, dolida y asustada que no sabía qué hacer. Después de dejar la compañía conduje directo a casa, y una vez que llegamos, dejé a Sky en la sala mirando su programa favorito, mientras que yo me encerré en el baño para tratar de tranquilizarme un poco. Luego de llorar en silencio durante algunos minutos, lavé mí rostro con agua fría y regresé a la sala para ver qué estaba haciendo mí niña.Fui hacia el sofá en donde estaba ella y después de sentarme a su lado, la rodeé con mí brazo apoyando su cabecita sobre mí pecho.—Mamá, ¿por qué te enojaste tanto con ese señor? ¿Él no te agrada? —me preguntó mirándome con sus grandes ojitos.—No es eso, pero hay cosas que ocurren entre los adultos, que los niños no pueden comprender.—No entiendo lo que dices, mamá, pero a mí sí me agradó ese señor.—Está bien cariño, ya no hablemos más de eso. Iré a cambiarme de ropa, ya regreso.Fui a mí habitación y