Capítulo 13. La libertad de hacer lo que queremos
Aunque Leonid no pudiera recordar el rostro de su novia Portia ahora mismo, igual ella existía y él tenía un compromiso con ella.
El deseo de todo su ser repetía un solo nombre y era Aisha, pero Leonid temía entregarse a esto y que el lobo en su ser le arrebatara la vida.
Aisha desvió la mirada y se concentró en no llorar y demostrarle cuanto le duele.
Entiende que eso no solo es indigno, tampoco es justo con él.
— ¿Y supongo que la amas mucho? —Preguntó ella con la voz entrecortada sin atreverse a mirarlo—, la he visto, no en persona, pero es una celebridad, y es muy hermosa.
Leonid frunció el ceño, la verdad era que en ese momento a quien deseaba como loco era a Aisha.
—S-sí…, claro que sí la amo, supongo… —contestó Leonid igual con voz entrecortada.
«Miente, Aisha, no renuncies a mí» Suplicó Akron.
Leonid desvió la mirada y sonrió sin humor por lo injusto y loco que se presentó todo, no quería ser un patán con Aisha.
—No es justo Aisha, esto que me pasa